Hagamos muchas tiendas

Sigifredo Noriega Barceló.
Sigifredo Noriega Barceló.

Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí…!” Me imagino a Pedro en ese momento fuerte de luz. Seguramente piensa en su futuro y en el de las personas que le acompañan. Pedro quisiera poseer ya el futuro; siente que el presente no tiene ‘fondos’, es resbaladizo, incierto, vacío… Leo y releo el mensaje evangélico del segundo … Leer más

Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí…!” Me imagino a Pedro en ese momento fuerte de luz. Seguramente piensa en su futuro y en el de las personas que le acompañan. Pedro quisiera poseer ya el futuro; siente que el presente no tiene ‘fondos’, es resbaladizo, incierto, vacío…

Leo y releo el mensaje evangélico del segundo domingo de esta Cuaresma ante el ambiente y las expectativas del Día Internacional de la Mujer y del ‘día después’. Mucho se ha pensado, hablado, escrito y comentado sobre estos días… Dejando a un lado las interpretaciones e intereses políticos e ideológicos que se le ‘pegan’, queda claro que las luchas de la mujer por la igualdad en la dignidad y el anhelo de respeto incondicional son legítimas, oportunas y necesarias. Es como vivir ya el anhelo de una experiencia religiosa de la transfiguración de las realidades dolorosas.

“Si no fuera por estos momentos de gloria”, comentamos cuando se realiza algo que anhelamos; sentimos que nos ‘transfiguramos’. “Vale la pena tanto sacrificio”, decimos cuando ondeamos las palmas de la esperanza. Pedro tenía razón cuando deseaba ‘hacer tres tiendas’ para que la gloria no se le escapara. Nosotros deseamos muchas tiendas.

Como escuchamos en el evangelio, tenemos que regresar a las realidades de la vida de cada día. No hay futuro de luz si no atravesamos el presente con sus luces, sombras y lo que hay en el camino. La luz que no conoce ocaso está un poco más allá. Su brillo depende de la travesía que hagamos.

“Es necesario que el hijo del hombre sufra mucho, muera y resucite al tercer día”, nos previene Jesús. ¿Esperanzadora noticia? Para digerirla mejor acontece la transfiguración con los luminosos detalles que escuchamos hoy. La liturgia católica nos lo propone al iniciar la segunda semana de Cuaresma con el fin de que miremos con confianza y esperanza el desenlace del viacrucis de Jesús y el de tantas personas que buscan un mundo más amigable.

¡Qué bien nos cae/caería hacer muchas tiendas en los días que vivimos! Deseos revueltos con miedos, aspiraciones con incertidumbres, indiferencias con anhelos… son vivencias que recorren nuestra existencia esta Cuaresma. La gran noticia de este domingo es que más allá del hoy claroscuro, hay una realidad de luz que nos sobrepasa. Los ‘encenizados’ y quienes han vencido las tentaciones no han vivido en balde. Vale la pena la fidelidad a Dios, portarse bien, amar, ser justos y solidarios. Entrever la luz que nos espera más allá de nuestros cálculos mundanos es una manera de ayudarnos a vivir la realidad presente con sentido y compromiso.

¿Qué tenemos qué hacer? En medio de las sembradas confusiones del camino bastará marchar “escuchando al Hijo muy amado, Jesucristo”. Se confiesa a Dios escuchando al Hijo amado en los tiempos en que se promueve la agenda de la mujer. Familia, fraternidad y prójimo van de la mano. Oración, realismo y caridad pastoral adelantan el futuro de Dios en tiempos de ‘arrebatinga’ cultural.

Los bendigo de todo corazón.

*Obispo de/en Zacatecas.




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