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Opinión

Explicar el 68 a las nuevas generaciones

Explicar el 68 a las nuevas generaciones

Estoy consciente de que con la llegada de la denominada Cuarta Transformación iba a considerarse con más fuerza el movimiento estudiantil de 1968.

Simitrio Quezada
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26 de septiembre 2024

En la tarde de este miércoles, mi hijo de 10 años me pidió ayuda para su tarea escolar: contestar preguntas en torno al 2 de octubre de 1968.

Él nació en 2014; yo, en 1975. Indudablemente, pertenezco a la generación educada por contemporáneos de la revuelta. Basta revisar la historia reciente de la UAZ para comprobar cómo, por ejemplo, desde la combativa prepa 2, la histórica 1, la empeñosa 4 y la fresnillense 3 se han dado por años las pedagógicas marchas de protesta y conmemoración que surgen en las propias aulas desde días antes. En las licenciaturas, claro, prosigue el cultivo de la indignación y la conciencia.

Retomo: entre mi hijo y yo median 39 años. Y su profesora, algunos años mayor que yo, pertenece también a esta generación que se mueve entre los contemporáneos y los inmediatos aleccionados. Todavía hasta 1997 no teníamos internet, ni teléfono celular, ni redes sociales: los ángeles guardianes que tarde o temprano acogen ahora a nuestras infancias.

Por otro lado, estoy consciente de que con la llegada de la denominada Cuarta Transformación iba a considerarse con más fuerza el movimiento estudiantil de 1968 en la Ciudad de México dentro de los planes y programas de estudio. Inevitablemente, el perfil izquierdista de estos gobiernos federales —el que ya fenece y el naciente— obligaba a formar a las nuevas generaciones con el cariz de ellos.

Llega, pues, mi hijo a quinto año de primaria, y le asignan la tarea de contestar preguntas en torno al movimiento estudiantil mexicano del 68 y los derechos humanos. ¿Cómo explicarlo en casa?

Senté a mi hijo frente a mi escritorio y comencé explicándole que en todo grupo puede —y es deseable— que existan reglas. Familias, clubes, asociaciones civiles, empresas, gobiernos las tienen. Son reglas, normas y/o leyes. Las de un país se compendian en una constitución.

De 136 artículos que tiene la nuestra, destacan al menos tres grandes derechos ciudadanos: a la libertad de tránsito, la libertad de expresión y la libertad de manifestación. A partir de ese planteamiento, relaté a mi hijo que en julio del 68 hubo un pleito entre preparatorianos tras un juego de tochito, con inmediata represión y abuso de poder de fuerzas policiacas. Agosto y septiembre vieron crecer ese movimiento que fue aplacado por las armas en el gran mitin del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas. “Todavía no se sabe cuántos muertos hubo”, rematé frente a los ojos exorbitados de mi niño.

Me apoyé en las fotografías compiladas por Poniatowska en su libro “La noche de Tlatelolco” y, con ayuda de YouTube, en el regaño de Héctor Bonilla a sus hijos Bichir en la película “Rojo amanecer”. Sólo esa parte, pues la violencia del filme es bastante para un estudiante de 10 años.

Con toda esa información, pudo él, ya sin ayuda mía, contestar las preguntas en torno al movimiento estudiantil y los derechos humanos elementales. Consigno esta experiencia para ver si le es provechosa a alguien más, y para mostrar también cómo la misma tecnología que marca diferencias entre nuestras generaciones puede convertirse también en nuestra aliada frente a los nuevos aprendizajes.

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