Envueltos por la burbuja

Simitrio Quezada.
Simitrio Quezada.

Tardaremos más, pues, en conocer la esencia de la burbuja que, en efecto, mejor buscar fortalecernos juntos.

No podemos percibir bien toda la burbuja cuando ella nos envuelve. No podemos percibir de ella dimensión, color, matices, textura, complejidad. La comprensión de lo que sucede es casi imposible justo cuando lo que sucede está acometiéndonos.

La “Primera Guerra Mundial” no tenía ese nombre en 1914. No se la veía como un solo mega acontecimiento que desembocaría en libros de historia e investigaciones doctorales. Los grandes libertadores y reformadores de nuestras naciones no alcanzaban a comprender la importancia histórica de sus posturas y acciones: inmersos en su caótico presente, poco podían recalcar sobre la percepción que de ellos se tuviera en la posteridad.

El sanjuaniquense que el lunes 19 de noviembre de 1984 amaneció entre llamas no entendía que acababa de explotar un depósito de petróleo cerca de su casa. Los jaliscienses que vieron volar sus calles no entendían de combustibles fluyendo por alcantarillas, ni de la corrupción madre de ésa y otras irregularidades.

Igual que en medio de esos acontecimientos, poco sabemos exactamente sobre esta enfermedad que durante estos meses comenzó a llevarse a extraños, luego a conocidos, ahora (cada vez más) a amigos y familiares. Poco sabemos exactamente sobre la acometida de esta enfermedad y sus secuelas tras la supuesta curación de ella.

Una vez que haya pasado el trance se le impondrá mejor nombre y se le comprenderá mejor. Entrará en un concepto (“co”, unión; “coepere”, recoger), una categoría, una explicación clarificada. Mientras tanto continuamos, como todo protagonista, viviendo la incertidumbre en colectividad.

Las muertes cercanas nos tienen en agonía, y esta agonía nos mata. El monstruo que nos ahorca tendrá acaso un nombre pero no un rostro. No tiene una lógica humana. Esta pandemia no conoce calendarios, no garantiza que partirá con el último día de 2020 o el verano 2021 o cuando tengamos nuevo gobernador o nuevo presidente de la República.

Las muertes cercanas nos cercan cada vez más. El personal médico está física y moralmente desgastado. El panorama económico continúa cargado con nubarrones oscuros. Los indolentes remarcan su indolencia; los sacrificados, su sacrificio. Mentadas de madre sobran, propuestas faltan. Culpables sobran, solucionadores faltan.

La burbuja ha metido su pulpa por cavidades de nuestros oídos, por fosas nasales. Entre los dedos de nuestros pies borbotea la pasta y no encontramos una cuerda para elevarnos por encima de la peste. En un escenario parecido surgió el existencialismo como humanismo, surgieron la fortaleza y la búsqueda de nacientes modos de renovarse. Tardaremos más, pues, en conocer la esencia de la burbuja que, en efecto, mejor buscar fortalecernos juntos. Es imprescindible.

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