
Huberto Meléndez Martínez.
Dedicado a Érika Araceli Corona de Ávila, pionera del Zig Zag. ¿Recuerda usted, amable lector, lectora, alguna ocasión donde experimentó un nerviosismo máximo? El último paso para contratar a quien se le asignaría el puesto para coordinar a los equipos de guías educativos en un Centro de Ciencias, era tener una entrevista presencial en la … Leer más
Dedicado a Érika Araceli Corona de Ávila, pionera del Zig Zag.
¿Recuerda usted, amable lector, lectora, alguna ocasión donde experimentó un nerviosismo máximo?
El último paso para contratar a quien se le asignaría el puesto para coordinar a los equipos de guías educativos en un Centro de Ciencias, era tener una entrevista presencial en la Dirección General de la Institución.
Fueron citados en determinada fecha aquella veintena de jóvenes con estudios de Licenciatura que habían atendido la convocatoria y contestado un examen escrito de preguntas sencillas sobre cultura general.
Entraron por turno a la oficina de la Directora y quien asignaba el orden empezó a inquietarse al detectar los minutos que tardaban en salir de su comparecencia. Se había programado un cuarto de hora para cada uno, pero causó extrañeza que pocos ocuparon ese tiempo. Hubo quienes salieron en diez minutos, cinco, tres… totalmente inesperado el caso de un joven que salió en apenas 30 segundos.
Cuando concluían y antes de retirarse del lugar, se les informaba que, vía correo electrónico o llamada telefónica recibirían la información del resultado del proceso. Se despedían con un simple “muchas gracias”, “con permiso”, “buenos días”, …
Al término de la jornada hubo una reunión directiva para definir la selección de la persona que recibiría el empleo. Tomados en cuenta los datos de los registros, puntajes y análisis del desenvolvimiento en la conversación.
“Pregúntenme del muchacho que se retiró rápidamente de la entrevista” comentó la titular, sabiendo que había curiosidad especial por conocer los pormenores de la situación.
“Ese aspirante entró demasiado intranquilo. Se sentó frente a mí temblando y luego de darle los buenos días le pregunté: ‘¿Qué es lo que más quisieras hacer en este momento?’: ‘Irme de aquí, estoy muy nervioso’ fue la respuesta. Sólo pude decirle ‘Que te vaya bien’ y se fue presuroso”.
¿Cuáles son las explicaciones que pudieran desprenderse en sucesos de ese tipo? Pánico escénico, personalidad voluble, inexperiencia, debilidad de carácter, miedo a lo desconocido, entre otras.
Más allá de buscar culpables lo recomendable sería encontrar las razones de ese comportamiento, pues las interrogantes son numerosas.
¿Faltó practicar desenvolvimiento en público durante los estudios, particularmente en la realización del servicio social o prácticas profesionales?
¿Fueron insuficientes las ocasiones en que el estudiante participó exponiendo un tema al grupo?
¿Se involucró en representaciones de teatro, danza, declamación, oratoria, dirección de equipos de trabajo?
¿Conoció sobre liderazgo?
Es ineludible considerar que, en la relación familiar, social con su entorno y en el medio escolar, desde los primeros años, se presentan oportunidades para comunicarse con las demás personas, suceden acontecimientos fortuitos, problemas difíciles o extraordinarios que ayudan a templar el carácter y, en algún momento la relación con gente desconocida tiene menos tropiezos.
Esa vez quedó evidencia sobre la necesidad de que los egresados de una carrera, adquieran mayor conocimiento y seguridad para ingresar al medio laboral. Ello sólo es posible al relacionarse desde las etapas de inicio, en sus estudios profesionales.