
El sucesor debe ser lo suficientemente astuto como para hacer prosperar el negocio heredado.
La quinta estrofa del narcocorrido “El sucesor”, interpretado por Los Tigres del Norte, es la del clímax: “No puedes vender la tienda, / tampoco cambiar de socio. / Recuerda que por cien años / ha sido nuestro negocio: / no te vaya a suceder / lo que le pasó a Colosio”.
¿Qué le pasó a Colosio? Sabe. Llevamos años esperando una respuesta (los gringos llevan más de 6 décadas intentando esclarecer lo de Kennedy, y nosotros llevamos más de 5 buscando respuestas a Tlatelolco). Nuestra gente ha llegado a decir que para encontrar el culpable “está pelón”. Sí: difícil en un medio donde la gente se compra y se vende y algunas de plano están permanentemente en oferta.
¿Cuántos fiscales especiales se pusieron un precio, cuántos testigos falsos obtuvieron una discreta cuenta bancaria? El nuevo refrán parece ser “cuánto tienes, a cuántos compras”. Ante la corrupción creciente en nuestro país, se hace difícil callar las voces que insisten en que el magnicidio contra Luis Donaldo Colosio no fue obra de un asesino solitario, sino más bien de mucha gente comprada.
En esta quinta estrofa, el capo que hereda estipula las normas con que acompaña la entrega. “Ten la tienda, que se rige así y así, y así… No trates de imponer reformas”, parece decirle. Es un consejo bueno para la salud (“no te vaya a suceder lo que le pasó a Colosio”). Tal vez Luis Donaldo “quiso cambiar de socio” o quiso romper con socios amañados, corruptos. Tal vez Colosio quiso hacer las cosas a su modo, buscando honrar las mejores creencias y convicciones. Actualmente, eso lo hacen pocos. Decía el título secundario de una reciente película mexicana que “todos tenemos un perro y un dueño”.
La última estrofa aconseja: “Cuando se llegue aquel día / de pasar a otro las llaves, / procura que el sucesor / conozca muy bien las claves; / pues si se pierden las riendas / nos van a dar en la ma… no”. Es ésta una canción de claves. No se trata sólo de dejar la tienda en manos de un sucesor, sino también de recordar a éste cómo se va a manejar.
¿Entonces el narcotráfico es un arte? No: es una actividad que requiere “maestría en la técnica”, finura. El sucesor debe ser lo suficientemente astuto como para hacer prosperar el negocio heredado, pues de otro modo, a él, a su gente, a los socios y al padrino mismo “les van a dar en la ma… no”.
Éste es “El sucesor”: vida, obra y tareas a cumplir. Aquí están algunas claves para llevar la tienda con buen rumbo. Es una especie de compendio de didáctica de los cárteles. Y está a la mano de todos: sólo póngala en el estéreo de su coche o pídala en la radioemisora.
¿Es ésta una canción mandada hacer, como “Jefe de Jefes” y otras sospechosas? No lo sé. Y cuando digo “no lo sé” me nace una sonrisa con malicia como la que hace tres décadas me mostró Mario Quintero cuando, al preguntarle si le pagaban por hacer narcocorridos, me dijera “Pues eso se ha dicho mucho…” y luego cortara el tema al alegar que no.