El silencio de Dulcinea

Víctor Manuel Silva Galaviz.
Víctor Manuel Silva Galaviz.

En la novela de Cervantes y en su visión literaria del mundo, Alonso Quijano se reinventa a sí mismo como el caballero andante don Quijote de la Mancha. Para crear y recrear una experiencia caballeresca a su medida le hace falta una dama, y ​​ese es el punto en el que entra Dulcinea. Podemos decir, … Leer más

En la novela de Cervantes y en su visión literaria del mundo, Alonso Quijano se reinventa a sí mismo como el caballero andante don Quijote de la Mancha. Para crear y recrear una experiencia caballeresca a su medida le hace falta una dama, y ​​ese es el punto en el que entra Dulcinea. Podemos decir, en cierto modo, que Alonso Quijano inventa a don Quijote y que este se inventa a Dulcinea, a partir de Aldonza Lorenzo. Don Quijote necesita seguir enamorado (sea en el sentido más humano, platónico, utópico o místico del término) para poder seguir siendo don Quijote de la Mancha, el Caballero de los Leones. De Dulcinea, de la realidad de su amor y de la fuerza arrolladora de este es de lo que se nutre la mayor aventura de don Quijote.

Dulcinea es la necesidad, inspiración y fuerza para continuar, que se sostiene en la manifestación más pura del amor, sin reglas, atemporal y omnipresente; tu ausencia es la falta del sentido de la vida misma, aunque exista la realidad no importa y a pesar de ser solo sentimiento tu recuerdo se vuelve todo para mí y por ello siempre estarás aquí, ¿quién está contigo? Si ni siquiera esta tu.

Así como Cervantes convierte a Dulcinea en la única excusa para que don Quijote siga viviendo y cuando se da cuenta de que todo había sido una ilusión y que su amada ya no está, don Quijote recupera la cordura y muere, porque como Cervantes escribe: “ya no la has de ver en todos los días de tu vida”.

CARTA A DULCINEA

Soberana y alta señora:

El herido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu hermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que, además de ser fuerte, es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo: si gustares de acorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo. Tuyo hasta la muerte.

El Caballero de la Triste Figura.




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