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Opinión

El reto educativo de saber escribir

El reto educativo de saber escribir

La selección del tema y las palabras, la explicitación del mensaje, la distribución de oraciones y párrafos… No cualquiera sabe escribir.

Simitrio Quezada
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24 de octubre 2024

No cualquiera sabe escribir porque no cualquiera sabe reflexionar. Como proceso, escribir implica varias exigencias. La selección del tema y las palabras, la explicitación del mensaje, la distribución de oraciones y párrafos y la concisión en la redacción implican esa reflexión no sólo intensa y permanente sino también, sobre todo, autocrítica.

No todo texto tiene eficacia comunicativa. Se precisa lo que los estudiosos llaman Competencia Escrita. Por ello no extraña, por ejemplo, que sea casi lugar común considerar que un intelectual es una persona dedicada a la escritura.

Por otro lado, debe considerarse que se vuelve al texto permanentemente: se escribe mediante concepción de ideas y primer acomodo virtual de ellas antes de comenzar a escribir o teclear. O se puede reescribir mientras se escribe algo nuevo o después de que llega uno al último párrafo.

A este “ir y venir” dentro de la planificación, generación física del texto y revisión de ellos se le llama Recursividad (bajo este concepto, un consejo recurrente en el ámbito de la producción de textos académicos es que la introducción debe escribirse o “redondearse” al final, como todo el texto después de ello).

La mala redacción comienza, por lo regular, cuando se desecha, atropella o intercambia cualquiera de estos subprocesos, o se les toma de forma inacabada o precipitada. Puede advertirse que con frecuencia los redactores primerizos y los malos redactores inician sin más con la generación física del texto o intentos de ella: no dedican tiempo a una planificación o preparación de tema, tratamiento y vocabulario; no consideran el contexto de los receptores del texto, y a la mitad del subproceso, cuando comienzan a tomar conciencia de que han fijado errores, suelen algunos planificar apresuradamente.

También puede percibirse que, de entre quienes generan textos con defectuosa redacción, algunos justifican su mala práctica argumentando “falta de inspiración” o lo que insisten en llamar “bloqueo literario” (pueden declarar que “la musa” no les “dicta” más palabras). Acaso iniciaron reprobando y corrigiendo cuando aún no han planificado y apenas están generando los renglones iniciales del primer borrador del texto que quieren producir.

Hay, en nuestro entorno académico, este reto educativo de saber escribir. Algunos directivos de instituciones de educación son más políticos que académicos y no tienen la suficiente competencia escrita. Y algunos profesores egresaron de sus instituciones formadoras… sin esa formación.

Pero estamos a tiempo frente a nuestras nuevas generaciones.

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