

Jaime Casas Madero, notario. | Foto: Imagen de Zacatecas.
En mi experiencia durante 34 años en la docencia universitaria me percaté que ellos y nadie más, representan el futuro de nuestro país, no solo en materia política, también en lo económico, en lo social y en lo ideológico.
En estos días se habla mucho de la marcha que están organizando jóvenes de la Generación Z. Y la verdad, qué da un gusto enorme que los jóvenes, sean de la generación que sean, participen activamente en la vida pública, política y social del país.
En mi experiencia durante 34 años en la docencia universitaria me percaté que ellos y nadie más, representan el futuro de nuestro país, no solo en materia política, también en lo económico, en lo social y en lo ideológico, su participación, las decisiones que ellos tomen serán para su beneficio o en su caso, sufrirán las consecuencias de una equivocación, pero ellos y solo ellos, deben asumir esa responsabilidad. De ahí la importancia y lo positivo que salgan, que ocupen las calles y que levanten la voz sin pedir permiso, que critiquen, cuestionen al sistema y a la autoridad, es su esencia su naturaleza…todos los fuimos.
Durante años se repitió que esta generación no quería meterse en política, que estaba desconectada, que nada les importaba. Por ello, verlos organizarse debería alegrar a cualquiera que crea en la participación pública. La movilización, por sí misma, es una buena noticia.
Ahora bien, eso no significa que todo sea tan limpio ni tan espontáneo como parece en redes. Junto a la energía real que traen, empiezan a verse señales que no terminan de cuadrar. No porque la marcha sea falsa, sino porque en México ningún movimiento social está libre de manos ajenas queriendo influir. Y en algunos campus de universidades públicas y privadas, —-territorios donde la derecha y la izquierda operan desde hace muchísimo— el entusiasmo comenzó a verse demasiado ficticio, coordinado, demasiado ordenado y, para algunos, demasiado conveniente.
Esto no quiere decir que los jóvenes estén manipulados como marionetas. No, Para nada. Pero sí hay actores muy organizados sobre todo de grupos opositores al gobierno, que vieron en esta marcha una gran oportunidad para empujar sus agendas sin tener que cargar ellos con el costo político. La marcha sí es de los jóvenes; lo que se está intentando contar alrededor de ella, No.
Hay que decirlo: la Generación Z vive en un ritmo informativo que no da tiempo a respirar. Todo es rápido, breve, inmediato. Opiniones que duran lo que dura un scroll. Con ese entorno, es normal que muchos se sumen desde la emoción, desde el impulso, sin tener a la mano todo el contexto histórico o político del país. Y no es un problema de inteligencia, es simplemente la forma en la que funciona su día a día. Ese mismo ambiente, tan veloz, es el que facilita que alguien con experiencia política y discurso preparado meta la mano sin que se note al principio.
Lo que estamos viendo es una combinación curiosa: jóvenes con ganas de participar, un movimiento que todavía no define su identidad y grupos que ya tienen listas consignas, comunicados y líneas argumentales. Esa mezcla no quita legitimidad a la marcha, pero sí la puede contaminar si nadie pregunta de dónde viene cada cosa.
Por eso, el punto no es decirles que no salgan. Al contrario: que salgan, que discutan, que cuestionen, que reclamen lo que crean justo. Pero también que se informen, que su lectura de la cosas no sea breve que profundicen, pregunten. Que se asomen detrás de cada convocatoria, que identifiquen hechos y acontecimientos históricos, quién convoca, quién financia, quién organiza y quién se beneficia si el movimiento toma fuerza. No es desconfianza, es cuidado, pues su movimiento puede trascender históricamente en su beneficio o en su perjuicio.
La Generación Z tiene la energía, la creatividad y el ímpetu para mover al país. Ojalá esa fuerza no termine moviéndose al ritmo que otros quieren, utilizando a los jóvenes desde las sombras, desde el fracaso de sus estrategias políticas de los últimos años, de su desencanto, de no poder convencer por la vía democrática y partidista, de ser una oposición sin propuestas para el país.
Que marchen, sí, pero por lo que ellos creen, sin manipulación alguna, sin financiamiento alguno, sin manipular desde ninguna trinchera de derecha o izquierda, no por lo que alguien más quiere narrar en su nombre. Que sean solo ellos.