
Jaime Casas Madero
En Zacatecas, al igual que en otras entidades del país, se vive un momento inédito… los ciudadanos tenemos la oportunidad de elegir directamente a quienes ocuparán cargos en el Poder Judicial.
En las últimas semanas ha comenzado a tomar fuerza un fenómeno poco común: campañas para la elección de Ministros, Magistrados y Jueces tanto del fuero federal como del fuero común. Para muchos, esta nueva faceta del ejercicio democrático ha sido una sorpresa inesperada, pues estábamos acostumbrados a que la designación de quienes visten la toga ocurriera en espacios cerrados y lejos del escrutinio público. Hoy, en cambio, somos testigos de un proceso público, abierto y participativo, en el que, por primera vez nos corresponde intervenir de forma directa en la integración del único poder del estado mexicano que no se hacía.
En Zacatecas, al igual que en otras entidades del país, se vive un momento inédito… los ciudadanos tenemos la oportunidad de elegir directamente a quienes ocuparán cargos en el Poder Judicial. Lo que antes era una decisión reservada a unos cuantos, ahora se convierte en una responsabilidad colectiva. Este cambio no es menor, elegir Ministros, Magistrados y Jueces, significa incidir directamente en la impartición de justicia, en los criterios que se aplican en nuestros tribunales y en la garantía de nuestros derechos y consecuentemente la paz social que tanto anhelamos.
Con mayor frecuencia vemos a quienes participan en este proceso, amigos abogados, gente que conocemos de años, con trayectoria y experiencia en las instituciones públicas relacionadas con la procuración e impartición de justicia en nuestro estado y en el país, que aspiran con vocación de servicio y sobre todo con la responsabilidad que asumirán si obtienen el apoyo de la ciudadanía la cual estará supeditada únicamente en un solo compromiso… el de administrar justicia sin distingos, con imparcialidad, correspondiendo a un derecho humano y evitando a toda costa la corrupción.
Hemos visto videos sencillos y otros que dan mucho de qué hablar, también mensajes personales, transmisiones en vivo, imágenes y gráficas informativas, ya que a falta de espectaculares o propaganda pagada, se ha apostado por lo esencial: el contacto directo con la ciudadanía, la exposición de trayectorias y la claridad de propuestas.
Lo que resulta especialmente interesante es cómo este proceso ha tomado forma, ante las restricciones legales que impiden a los candidatos hacer campañas tradicionales, muchos han recurrido a las redes sociales como su principal canal de comunicación.
Estos esfuerzos abren una ventana de diálogo que no debe desaprovecharse. Más allá de estar a favor o en contra de este nuevo mecanismo, lo cierto es que la participación ciudadana se vuelve indispensable. Pues es necesario informarse, contrastar perfiles, conocer trayectorias y principios de quienes aspiran a ocupar cargos judiciales, permite ejercer un voto más consciente.
Para que ese fortalecimiento sea real, necesitamos tomar decisiones informadas, como las demás elecciones en las que participamos, esto es, conocer quiénes son los aspirantes, cuál ha sido su trayectoria personal, social y profesional, qué principios los mueven, qué piensan sobre temas clave como el acceso a la justicia, la corrupción o la imparcialidad.
Elegir bien no es un acto espontáneo; es el resultado de un ejercicio de reflexión y esa reflexión parte de involucrarse, informarse, de contrastar opciones, de entender que un voto puede marcar la diferencia en el rumbo institucional del país. La democracia no solo se construye eligiendo presidentes o legisladores. También se consolida cuando la ciudadanía toma parte en las decisiones sobre quién tiene el poder de juzgar.
Zacatecas tiene hoy la posibilidad de dar ejemplo, de elegir a los mejores, que se plasme nuestro interés y compromiso en las urnas, pero que sea una voz informada, crítica y comprometida. No dejemos que otros decidan por nosotros, que esta elección no pase desapercibida ni quede en manos del desinterés, porque la justicia, por primera vez, depende directamente de nuestro voto. Hagamos que ese voto valga la pena.
Y si, de tener éxito esta reforma judicial que hoy se pone a prueba en su primera fase, será una actividad común en el ejercicio democrático de nuestro país, de lo contrario su permanencia deberá ser definida de nueva cuenta mediante el voto y por la misma sociedad que le dio pertinencia.