De la SEP ¿quién se acuerda?

Este 3 de octubre se conmemora el 101 aniversario de la fundación que nació durante el Gobierno de Álvaro Obregón, hablamos de la Secretaría de Educación Pública, hecho ocurrido el 3 de octubre de 1921. Correspondió a Vasconcelos asumir las tareas educativas desde la perspectiva de la vinculación de la escuela con la realidad social, con el discurso:  “al decir educación me refiero a una enseñanza directa de parte de los que saben algo, en favor de los que nada saben; me refiero a una enseñanza que sirva para aumentar la capacidad productiva de cada mano que trabaja, de cada cerebro que piensa […]Trabajo útil, trabajo productivo, acción noble y pensamiento alto, he allí nuestro propósito.”

En la pagina oficial, en la pestaña acerca de la SEP solo vienen informes del 2018 y si das clic te aparecen datos y notas del 2014 de información relevante hace 8 años, tampoco se se realizó un acto público por parte del ejecutivo federal.

El pilotaje de los planes y programas de la Nueva Escuela Mexicana se realizarán a pesar de contar con una orden girada por un juez por declararlo inconstitucional.

Y a la fecha no existe y lo más probable que no existirá un recuento de los daños causados en la educación de nuestros niños, alumnos y jóvenes durante la pandemia, en este ciclo escolar todo es arranquemos y aquí no paso nada, de la alta deserción escolar ya ni mencionarlo que con enfrentar el rezago educativo que se tiene en los alumnos basta para vivir una odisea de aprendizaje en las aulas.

Conocer nuestra historia es importante, reconocer todo el esfuerzo de quizás millones de profesionales de la educación en esto 101 años vale la pena, pero sobre todo no defraudar a las generaciones futuras con una educación que no les permitirá la tan anhelada emigración social, que los contenidos propuestos, reforzados con las becas generan una visión de asistencialismo y la meritocracia con la que se mueve el mundo se ve hoy como el enemigo a vencer.

Concientizarnos de los grandes esfuerzos del pasado, nos debe comprometer a seguir buscando día a día una ecuación de excelencia; aun a pesar que sea una cruzada sin capitán.