Corrupción y Punto Final

Pablo Torres Corpus.
Pablo Torres Corpus.

En una de las pocas cosas que prácticamente todos pudiéramos estar de acuerdo es que la corrupción es uno de los principales y más arraigados males de México. El daño que la corrupción le causa al país es incuantificable; sin embargo, existen decenas de cálculos sobre lo que cuesta la corrupción en nuestro país. En … Leer más

En una de las pocas cosas que prácticamente todos pudiéramos estar de acuerdo es que la corrupción es uno de los principales y más arraigados males de México.

El daño que la corrupción le causa al país es incuantificable; sin embargo, existen decenas de cálculos sobre lo que cuesta la corrupción en nuestro país.

En promedio, se calcula que cada año la corrupción nos cuesta 350 mil millones de pesos; el presidente López Obrador asegura que son 500 mil millones, aunque ninguna de las dos cifras es verificable.

Cada que se habla de las limitaciones o necesidades del gobierno (en cualquiera de sus niveles o divisiones) salen a relucir estimaciones secundarias basadas en estos cálculos.

Se ejemplifica que si se acabara con la corrupción se tendrían 350 mil o 500 mil millones más para pagar becas, hospitales, subsidios, escuelas o evitar gasolinazos.

La estimación sobre corrupción es demoledora, pero no caigamos en simplismos, para nuestra desgracia, la corrupción está tan extendida y arraigada queresulta prácticamente imposible medirla.

Además, la corrupción es un mal humano, por más candados y leyes que se hagan, la corrupción existirá mientras exista la humanidad; ningún país o civilización ha podio erradicarla, la gran diferencia es cómo se combate.

Finalmente y por ser un vicio humano, la corrupción no es exclusiva del gobierno, está y permea en  toda actividad, es obvio que en el ejercicio público se note más, indigne más y sea más evidenciada, pero no es exclusiva del gobierno.

Incluso el cálculo mencionado no considera únicamente al gobierno, sino también a la iniciativa privada y al ciudadano común, se refiere a que cada uno en su espacio, esfera, capacidades y alcances comete actos de corrupción.

El problema no radica en crucificar a los servidores públicos, empresarios o ciudadanos; el problema está en que todos nos quejamos de la corrupción, pero al mismo tiempo muchos piden excepciones para ejercerla: mordidas, favoritismos, regalos, condonaciones, reintegros, “sólo cinco minutos, nomás esta vez, qué tanto es tantito” y todo aquello que les permita conseguir indebidamente una ventaja ilegítima.

Pareciera que todos están contra la corrupción siempre y cuando no se les limite su capacidad de ejercerla o disfrutarla, eso sí, a discreción.

Punto Final

Hay gallos tan tontejos que creen que el sol sale para verlos cantar.

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