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Opinión

¿Con qué pagaste, Andy?

¿Con qué pagaste, Andy?

Mientras tanto, millones de mexicanos trabajan 48 o más horas a la semana —muchos sin seguridad social— y apenas pueden pagarse unos días de descanso.

Eduardo Ruiz-Healy
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7 de agosto 2025

Por más que Andrés Manuel “Andy” López Obrador Beltrán haya intentado justificarse con una carta que difundió el martes pasado, lo único que logró fue evidenciar aún más los privilegios que lo rodean y la desconexión absoluta entre su realidad y la del mexicano promedio. Su viaje a Japón no sería tema si fuera un ciudadano cualquiera. Pero no lo es. Es hijo de Andrés Manuel López Obrador, quien presume vivir de su pensión del ISSSTE (unos 160,000 pesos mensuales), no tener tarjeta de crédito, ni más de 200 pesos en la cartera. A diferencia de él, Andy no tiene trayectoria laboral conocida ni ha hecho pública una sola fuente de ingresos. Aun así, en Tokio desayunó en el Hotel Okura y compró en Prada.

La carta, dirigida a militantes de Morena y a la opinión pública, recurre al mismo tono de su papá: victimismo, superioridad moral y una supuesta austeridad que se desmorona frente a las imágenes del viaje. Dice que se fue de vacaciones tras “jornadas extenuantes de trabajo” y que todo lo pagó con recursos propios. Pero no presenta una sola prueba, ni facturas, ni recibos, ni fechas.

Asegura haber pagado 7,500 pesos por noche en hoteles y haber viajado en vuelos comerciales. No aclara cuántos días estuvo, en qué hoteles se hospedó, si viajó en clase turista o si alguien lo acompañó. Pero sí deja claro que el dinero salió de su bolsillo. ¿De cuál bolsillo? Nunca ha tenido un empleo remunerado. No hay transparencia. Y cuando no hay transparencia, lo que queda es sospecha.

Mientras tanto, millones de mexicanos trabajan 48 o más horas a la semana —muchos sin seguridad social— y apenas pueden pagarse unos días de descanso. Según datos del INEGI de julio de 2025, más del 50% de la población ocupada lo hace en condiciones de informalidad. La ley garantiza 12 días de vacaciones tras un año de trabajo, pero 54% de los trabajadores no tienen acceso a ese derecho. Bajo estas condiciones, ¿quién se traga el cuento de las “jornadas extenuantes” de alguien que ni realiza trabajo físico, ni manual, ni remotamente desgastante como funcionario partidista?

A eso se suman las imágenes: el Hotel Okura es uno de los más lujosos de Japón y los productos en Prada no bajan de 20,000 pesos. Aunque Andy minimice el costo de su viaje, la realidad lo contradice. Un desayuno en el Okura, una bolsa en Prada, traslados privados en Tokio… cada detalle suma. Y si todo eso fue pagado con “recursos propios”, lo mínimo que puede exigirse es que diga cuáles son esos recursos y de dónde vienen.

En su carta, repite el lema de su papá: “no mentir, no robar, no traicionar”. Pero AMLO sí mintió —al prometer que regresaría el Ejército a los cuarteles y no hacerlo— y sí traicionó —al desaparecer fideicomisos y organismos autónomos que prometió respetar—. Hasta ahora, eso sí, no se le ha demostrado que haya robado, pero la pureza ética que ambos pregonan simplemente no existe.

El problema no es el viaje. El problema es la mentira disfrazada de justificación. Es la falta de respeto a los millones de mexicanos que sí trabajan, que se esfuerzan y que no pueden darse el lujo de “desconectarse” en Tokio. La carta no aclara nada. Solo confirma lo que muchos ya sabemos: que el discurso de la “justa medianía” es bueno para los demás, pero nunca para los hijos del poder.

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