Como veo, doy

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

“¡Nombre, si yo para todos tengo!”- escuché comentar a aquella persona en la mesa contigua – “Soy buena gente con los que se portan bien conmigo, pero con los que no, ¡aguas!”. No sé si a usted le ha tocado conversar con alguien así. Yo conozco a varios. Y todos ellos coinciden en lo mismo, … Leer más

“¡Nombre, si yo para todos tengo!”- escuché comentar a aquella persona en la mesa contigua – “Soy buena gente con los que se portan bien conmigo, pero con los que no, ¡aguas!”.

No sé si a usted le ha tocado conversar con alguien así. Yo conozco a varios. Y todos ellos coinciden en lo mismo, “como ven, dan”, es decir, son capaces de ser dos personas diametralmente opuestas, una con quienes les hacen el bien y otra con quienes hacen el mal. Sinceramente yo no podría.

No estoy en contra de defenderse al recibir algún tipo de agresión o darse a respetar. Todo eso es cuestión de forma. Pero SER una persona por las buenas y otra por las malas, es cuestión de fondo, de permitir que se envenene la mismísima médula espinal de cada uno y que ocurra como en las películas en las que el héroe se convierte en villano. Estoy más a favor de ser de los que cambien las cosas y no de los que permitan ser cambiados por ellas.

Las circunstancias exigen adaptarse, pero lo negativo siempre demanda una respuesta positiva para reducir o desaparecer su efecto y ¡hay que darla! No por nada se dice que “la violencia engendra más violencia”, por ejemplo. Recuerdo que mi padre tenía sobre su escritorio una frase que escribía: “la respuesta amable calma la ira, en cambio, la respuesta áspera hace crecer el furor”.

Soy cristiano y defiendo la postura de Jesús que decía “a quien te abofeteé la mejilla derecha, ofrécele también la otra”. Y no lo interpreto, en absoluto, como ser un dejado que anda por ahí cediendo con todos, sino como la clara postura de “este soy yo y no hay otro”, la agresión pasa por mi sin hacerme daño y con el deseo de que no te siga haciendo más daño a ti.

No cambie nunca su esencia; nuestra esencia no es mala, es buena. Hablar del proceso del deterioro de las personas es otra historia, pero es más fácil hacer el bien que el mal y es hacer el bien a todos sin distingo, no adoptar la ridícula postura de “como veo, doy”.

 

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