AMLO diagnostica bien, pero receta mal

Luis Enrique Mercado.
Luis Enrique Mercado.

Una de las mayores habilidades del presidente Andres Manuel López Obrador es la de diagnosticar los problemas del país y poner el dedo donde la enfermedad impresiona más a la sociedad. Ganó la elección porque diagnosticó la enfermedad que más le molesta a la sociedad, la corrupción; arrolló a los otros partidos políticos con sus … Leer más

Una de las mayores habilidades del presidente Andres Manuel López Obrador es la de diagnosticar los problemas del país y poner el dedo donde la enfermedad impresiona más a la sociedad.

Ganó la elección porque diagnosticó la enfermedad que más le molesta a la sociedad, la corrupción; arrolló a los otros partidos políticos con sus acusaciones de colusión de PRI y PAN y puso el dedo en la llaga con su creación de “la mafia del poder”.

Ya en el gobierno, sus diagnósticos sobre los grandes salarios de la burocracia, los excesos del poder personificados en el avión presidencial y Los Pinos, y la corrupción en los tratos del gobierno con el sector privado lo tienen con una popularidad que por donde se vea anda sobre el 50%, que aún le alcanza para tener un sólido liderazgo.

Los problemas empiezan cuando el presidente de la República receta para curar las enfermedades que diagnostica. Ninguna receta de AMLO o casi ninguna, curan las enfermedades diagnosticadas; más aún, en la mayoría de los casos, las agrava.

El ejemplo más frecuente se dio apenas esta semana. El secretario de Comunicaciones y Transportes renunció porque no pudo convencer al presidente de que militarizar los puertos no es una idea acertada.

El primer mandatario diagnosticó, acertadamente, que el crimen organizado se está apoderando de los principales puertos y recetó como medicina su militarización. Es una medicina equivocada; pero prefirió la cabeza de su amigo Jiménez Spriú, que cambiarla.

También el diagnóstico de los excesos del poder personificados por el avión presidencial es cierto; pero la medicina, vender el avión, está equivocada.

Desde luego, la corrupción en el país es infinita, pero la medicina, que tiene como antídoto principal a Emilio Lozoya no basta, y menos cuando está rodeado de manadas enteras de impresentables en las que sobresalen los Manuel Bartlett, las Irma Eréndira Sandoval y los John Ackerman, entre otros.

Su receta para curar a la economía mexicana de los efectos de la pandemia en realidad están matando al paciente y su receta para enfrentar la pandemia misma, con sus detente y su valor moral, rayan en necedades.

Ahorita, diagnosticó bien que el sistema de pensiones del país está enfermo y ya recetó la cura.

El problema es que la medicina la aplica donde menos se necesita, en el sistema de pensiones privado, el de las AFORES, que deja fuera la parte donde está la enfermedad, que es en los trabajadores del gobierno y los de los entes paraestatales como Pemex y CFE.

Más aún, su medicina es totalmente la contraria a la que se aplica en otras partes del mundo para la misma enfermedad. Allá, aumentan la edad para pensionarse; aquí, pensiona a “jóvenes” de 60 años o menos; allá, aumenta el tiempo de cotización; aquí, se disminuye; allá, se distribuye entre todas las partes el aumento del dinero aportado; aquí, se le carga todo a las empresas privadas.

Y así, todos los días el primer mandatario receta medicinas que recesionaron a la economía desde 2019 y le producirán la peor caída en la historia, sin posibilidades de recuperación en el mediano plazo; está militarizando sectores, como aduanas, puertos y la construcción de infraestructura, que son tareas civiles y, en general, aplica una medicina que está colapsando al país en casi todas sus actividades y en toda sus regiones.

Hasta el próximo lunes y, mientras, no deje de seguirme en mi página de Facebook, Perspectivas de Luis Enrique Mercado.

*Twitter: @jerezano52




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