¿A qué político le interesa apoyar lectura y bibliotecas?

Simitrio Quezada.
Simitrio Quezada.

Se necesita ingenuidad para no reconocer que en Zacatecas vivimos unas pre-pre-precampañas electorales de lo más alevosas cuando el gobernador apenas rendirá su cuarto informe de labores. Va para los muy adelantados, pues, la pregunta: ¿A qué político le interesa promover la lectura y apoyar a las bibliotecas públicas? Pero que sea inquietud real, neta, … Leer más

Se necesita ingenuidad para no reconocer que en Zacatecas vivimos unas pre-pre-precampañas electorales de lo más alevosas cuando el gobernador apenas rendirá su cuarto informe de labores. Va para los muy adelantados, pues, la pregunta: ¿A qué político le interesa promover la lectura y apoyar a las bibliotecas públicas? Pero que sea inquietud real, neta, y no otro tema del cual colgarse para su llevada y traída y cansina autopromoción.

Desde hace casi cuatro años, cuando asumí la responsabilidad de las más de 240 bibliotecas públicas zacatecanas, he constatado lo que intuía como usuario: ni regidores, ni diputados locales ni federales, ni senadores asisten a estos centros y menos muestran interés por apoyarlos.

En mayo de 2017, durante la inauguración de ludoteca y bebeteca estatales, el gobernador Alejandro Tello inyectó un millón de pesos más a nuestro entonces presupuesto anual de 300 mil. Eso nos permitió mejorar la Biblioteca Histórica Elías Amador y ayudar a las bibliotecas más humildes en el estado.

En efecto, los presupuestos para la operación de la red estatal han sido, en sexenios anteriores, de 200 a 300 mil pesos anuales. Tras mi salida de la Coordinación se dio lo doble para 2019 y ahora, con 600 mil pesos del gobierno estatal y cero pesos del federal, sacamos el trabajo aun en la pandemia.

Ya sabemos que las bibliotecas no dan votos. Algo peor: los lectores somos considerados peligrosos por los mismos políticos, porque nos da por analizar sus discursos, comportamientos y resultados (de quienes están y no en el poder). También por eso a muchos de ellos les importa un cacahuate podrido el índice de comprensión lectora en nuestro país. Los hemos escuchado “leer” en voz alta, y son pocos los que sí escriben sus discursos y no necesitan que los redacten a quienes pagan como asesores.

Aun así insisto en mi pregunta-invitación-reto. Con ella conseguí hace tres años que el entonces diputado federal Benjamín Medrano donara a la biblioteca estatal un televisor de pantalla plana para nuestra videoteca. Pero ¿y los demás políticos? ¿y las demás bibliotecas? ¿y la promoción de la lectura? ¿Quién dice “Cuenten conmigo”?

Comprometido hasta mis límites, ejerzo una responsabilidad pasajera: mañana entrego cuentas y resultados a quien me suceda. Con todo, mi preocupación por las bibliotecas públicas es permanente. Como zacatecano, lector, escritor, docente y papá de tres mantengo mi esperanza de que la clase política devuelva a la lectura y sus centros públicos la dignidad que en recientes décadas se le fue quitando con tanto abandono.

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