Falta orientación adecuada

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

Dedicado a la maestra María de Jesús (Jesusita), QEPD. Con una audacia fuera de lo común, la intrépida estudiante tomó a escondidas una máquina de escribir y “corrigió” las calificaciones del certificado de segundo grado de secundaria. Hizo modificaciones de una forma tan burda, que ante los ojos de cualquier directivo, docente, tutor, condiscípulo, podía … Leer más

Dedicado a la maestra María de Jesús (Jesusita), QEPD.

Con una audacia fuera de lo común, la intrépida estudiante tomó a escondidas una máquina de escribir y “corrigió” las calificaciones del certificado de segundo grado de secundaria.

Hizo modificaciones de una forma tan burda, que ante los ojos de cualquier directivo, docente, tutor, condiscípulo, podía reconocerse la irregularidad. A simple vista violaba la leyenda incluida al pie del mismo: “Este documento se considera inválido, si presenta tachaduras o enmendaduras”.

El papel era estampado con figuras tenues, diminutas, precisamente para evidenciar alguna afectación al mismo.

Las calificaciones reprobatorias quedaron bajo manchas toscas de corrector blanco y puestas encima con numerales de seis a diez, según ella consideró.

La adolescente había llegado a esa escuela a medio ciclo escolar, proveniente de otra comunidad, aparentemente para hacer compañía a una tía, quien fungía como mentora en una escuela primaria de la localidad, por lo que permanecía sola durante toda la semana. Esa razón podía ser inconsistente, pues hacia décadas que la maestra tenía ese rol de actividades, al cual estaba acostumbrada.

Nadie preguntó referencias académicas de su anterior escuela y su manera de relacionarse con los demás denotaba seguridad, sagacidad, inteligencia, lo cual hizo confiar a sus profesores.

Por ser un hecho poco frecuente la movilidad del estudiantado, por tratarse de un plantel muy distante de otros, y ella se había relacionado en un entorno distinto al de sus nuevas compañeras y compañeros, podían verse con frecuencia grupos de alumnos alrededor suyo escuchando las conversaciones, novedosas para todos ellos. La alegría y espontaneidad eran la característica principal en esos círculos de amigos.

Al paso de los días, mediante el trato ordinario se va conociendo a las personas y gradualmente fueron advirtiendo que la joven desaten tenía preferencia en participar con gran entusiasmo en actividades como la danza, el deporte, los trabajos en equipo, la organización política estudiantil y todo aquella en lo que se podían establecer vínculos de relación interpersonal o afectivos con los demás condiscípulos.

Fue notoria la dificultad para desempeñarse en asignaturas donde era necesario algún esfuerzo intelectual pese a la paciencia de sus mentores, al apoyo y actitud solidaria de varios estudiantes que le ayudaban con tareas, empezó a tener bajas calificaciones.

Conforme se aproximaba el término del año comentó que regresaría a su pueblo donde estudiaría el tercer grado, porque añoraba también la presencia familiar. En esa temporada hubo hermetismo sobre ese tema particular.

La tía se presentó ante el director de la escuela a reclamar la ineficiencia administrativa, por entregar a su sobrina una boleta con errores mecanográficos, con números empalmados y promedios incongruentes. Desde luego que ambos reconocieron que el papel había alterado posteriormente a la emisión oficial.

Fue evidente el vacío de orientación que desde la familia necesita fomentarse.

Hay un refrán que dice “nunca es tarde para empezar”, pero en otorgar una atención adecuada a un adolescente, es preferible hacerlo con oportunidad.

*Director de Educación Básica Federalizada [email protected]




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