
El aseador destacó que le apasiona su jale pero, aunque no le gustara, “ya que más da pues estoy capacitado para asear de todo aquí en el pasillo”.
Jorge Torres Albino lleva 22 años aseando calzado ahí en el pasaje Allende-plazuela Genaro Codina, “lo conseguí por estar afiliado a la CTM”, dijo quien prácticamente sabe hacer de todo: desde colocar colado, pisos, herrería y pintura aunque, “cuando se me atraviesan los tragos, suelo ausentarme de mi espacio”, admitió.
Torres Albino señaló que llegó ahí, a su esquina, en el pasaje de las tortas porque “esta madre va por escalafón y ya me tocaba a mi el lugar; antes era yo chalán en el jardín Independencia y me dieron el lugar y pues lo compré”.
“El lugar se lo gana uno, pero además estamos afiliados a la CTM donde nomás les damos avión porque ahora que el PRI está jodido ya no sé qué carajos hace uno con una central que es pura…”
El aseador destacó que le apasiona su jale pero, aunque no le gustara, “ya que más da pues estoy capacitado para asear de todo aquí en el pasillo, desde caballeros y damitas elegantes hasta políticos que vienen a lustrarse sus zapatos con su servidor, maestro Jorge Torres para servirlos”.
Jorge añadió que en ese rincón a veces hay trabajo pero otras no, por lo que cuando sobrevino la pandemia debió abandonar su espacio por algunos días e irse a buscar trabajo a otra parte.
“Encontré chamba como vigilante en seguridad privada, allá me ubicaba un día y otro por acá pero siempre le echo ganas, nunca lo he descuidado, pues en ese tipo de casos, muchos clientes que tienen mi número, me llamaron y yo les aseé sus zapatos”.
Dijo que para ello contaba con su motocicleta, que en este momento se la robaron, por lo que no le resulta tan fácil trasladarse “pero nunca le he dejado de echar ganas porque aquí se trata de innovar”.
Y es que a Torres le llaman por teléfono y él sale a recoger los zapatos en bolsas completas con el fin de limpiarlos y llevar dinero a su casa.
Sin duda es un profesional que de modo eventual se toma sus descansos, “sólo cuando agarro la peda, pero ya me dije que eso no deja nada bueno, tengo tres hijos y sí me da para vivir aunque hay días que te va bien y otros que no”.
Pero no es su único trabajo sino que además ha sido conductor de Uber, pega pisos, le echa a la obra y todo lo demás. “No me sé morir de hambre”.
Asimismo, indicó que los actuales tiempos pintan “rete bien durote, netas que no sabemos qué va a hacer de nuestro peso, con el que ya no compramos nada, no sabemos qué va a pasar con la economía y uno no le sabe a eso de tratar de predecir el futuro”.
“Tampoco le hallo a eso de los oráculos porque no me gusta el pitoniso, lo que puedo decir es que de pronto sientes como si la jodidez se hubiera apoderado de todo y de todos, netas cada vez nos alcanza menos y la verdad la raza anda bien torcida, chaflada; no sabe a dónde va. Eso no es bueno”.