

Fundado en el siglo XVII, el jardín ha sido alhóndiga, cancha y punto de convivencia en el corazón de Guadalupe.
GUADALUPE.– Don Filemón y su esposa, doña Julia, disfrutan un helado comprado en la nevería del jardín Juárez, uno de los espacios más concurridos de la cabecera municipal. Cada tarde regresan a este lugar para conversar, compartir recuerdos y revivir el momento en que sus vidas se cruzaron por primera vez: una mañana de julio de 1978, hace ya 46 años, precisamente en este mismo sitio.
Sin saberlo, el matrimonio se sienta sobre un espacio cargado de historia. En el pasado, este jardín fue reserva y almacén de carnes y tocinos, destinado al abastecimiento de la población cuando aquí funcionó una alhóndiga, pieza clave en la vida económica del antiguo Guadalupe.
Como ellos, decenas de personas llegan diariamente a este ancestral rincón guadalupense. A partir de las cuatro de la tarde, el jardín se convierte en punto de encuentro para madres solteras que descansan, estudiantes que hacen tiempo y grupos de amigos que se conocen desde la adolescencia, muchos desde la época en que cursaban la secundaria, hace medio siglo.
Si el jardín Juárez pudiera hablar, narraría incontables historias: romances, amistades y también transformaciones urbanas. Entre ellas, la remodelación realizada hace algunos años, en la que se perdió el quiosco central y los antiguos andadores construidos con sillares de cantera, cambios que aún generan opiniones encontradas.
Don Filemón reconoce no saber si aquella intervención modernizó el espacio o le arrebató parte de su identidad, pues, para muchos habitantes, el jardín es una auténtica joya urbana del municipio.
Desde una mirada histórica, el jardín Juárez posee un profundo abolengo. El historiador Emilio Rodríguez Flores señala en su Compendio histórico de Zacatecas que este espacio surgió en el siglo XVII, cuando era utilizado para el comercio de maíz y carne. En su costado poniente se localizaban las alhóndigas y la carnicería, mientras que al norte —donde hoy se encuentra la Casa Municipal de Cultura— operaban las tocinerías, las cuales permanecieron hasta mediados del siglo XIX.
En 1876, el sitio fue transformado: dejó de ser un solar empedrado y se convirtió en un pequeño jardín arbolado, con andadores, arriates, sillas y una fuente de hierro fundido al centro. Desde entonces adoptó el nombre de Jardín Juárez.
Sin embargo, en 1930, el jardín fue eliminado para dar paso a la cancha de basquetbol Benito Juárez, conocida popularmente como la Cancha Juárez, que funcionó hasta 1956, año en que fue demolida para recuperar el espacio como área de esparcimiento.
El nuevo Jardín Juárez fue inaugurado el 20 de mayo de 1957 por el entonces presidente de la República, Adolfo Ruiz Cortines, durante una gira por la capital zacatecana y municipios aledaños.
Cabe destacar que la estatua de Benito Juárez, ubicada en uno de los costados del jardín, fue realizada por el escultor Jorge Ismael Rodríguez López de Lara, con un costo aproximado de 300 mil pesos de la época, y permanece como uno de los símbolos más representativos de este espacio público.
Hoy, entre helados, conversaciones y recuerdos, el jardín Juárez continúa siendo testigo vivo de la historia, la identidad y la memoria colectiva de Guadalupe.
