AMLO camina con pies de plomo

La abundante votación a favor de Andrés Manuel López Obrador y su movimiento legitima a su gobierno, pero no garantiza su eficacia. La primera semana como Presidente Electo Virtual no significa, tampoco, que esté olvidando sus promesas de campaña, sino únicamente que dice lo que los mercados quieren oír para estar tranquilos:  Se mantiene la … Leer más

La abundante votación a favor de Andrés Manuel López Obrador y su movimiento legitima a su gobierno, pero no garantiza su eficacia.

La primera semana como Presidente Electo Virtual no significa, tampoco, que esté olvidando sus promesas de campaña, sino únicamente que dice lo que los mercados quieren oír para estar tranquilos: 

Se mantiene la política de precios de la gasolina, no se desarma el proyecto de aeropuerto, no se toca la reforma energética, se mantendrá la disciplina fiscal y se respetará la autonomía del Banco de México.

Es lo que los mercados y los inversionistas necesitaban para estar tranquilos y eso se ha conseguido.

Hay que estar bien claros que AMLO toma posesión el primero de diciembre de este año, que el Presupuesto 2019 estará en la nueva Cámara de Diputados, dominada por Morena, hasta el 1 de septiembre y que lo más que ahora podemos vislumbrar son nombramientos que inquietan y que apuntan a un gobierno poco eficiente.

Por ejemplo, Alfonso Durazo como nuevo estratega de seguridad es preocupante; el hombre no tiene la menor idea de esa tarea; Germán Martínez como director general del IMSS es otro caso; él es abogado y ni las tareas de administración ni las de finanzas son algo de lo que sepa algo.

Por el contrario, Carlos Ursúa y Gerardo Esquivel son economistas serios en los que la única duda es si podrán soportar que sea la política la que dicte las decisiones económicas, un poco como aquellos tiempos en lo que se dijo con claridad que “las finanzas del país se manejan desde Los Pinos”.

Porque el desafío más grande que tendrá López Obrador como Presidente de México será el que le presentan unas finanzas públicas donde las presiones de gasto son altísimas y la tendencia de los ingresos es, cuando mucho, a mantenerse como están, por encima de las promesas de austeridad, necesarias, pero no suficientes.

El proyecto de AMLO es aumentar el gasto sin crear ni aumentar los impuestos, en forma generalizada. 

En la realidad esto no es posible. Simplemente, aumentar el presupuesto de obra pública a los niveles de 2016 exigiría volver a dinamizar la contratación de deuda; duplicar las pensiones también se reflejará en un mayor déficit que se traduce en endeudamiento y subsidiar a 3 y medio millones de jóvenes cuesta casi 130 mil millones de pesos anuales que no existen y que no son fáciles de conseguir con recortes o con reasignación de partidas.

Es decir, el tema presupuestal impondrá limitaciones que no se podrán resolver si no se encuentra el camino para aumentar los ingresos y podría surgir algo nuevo: un aumento importante de impuestos a los ingresos más altos. Al cabo, no importa que se enojen los ricos. La mayoría de ellos no votó por AMLO.

López Obrador podrá no cumplir algunas de sus promesas por falta de recursos, pero sí tiene toda la intención de cumplir su agenda básica.

La pregunta es si el cumplimiento de esa agenda le dará a México un gobierno más eficiente que los últimos o si en verdad llegará el caos porque muchos del equipo no están ni dotados ni preparados para las tareas que exige el cambio y muchas de las ideas ya mostraron ser erróneas.

Hasta el próximo lunes y mientras, no deje de seguirme en mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado.

Imagen Zacatecas – Luis Enrique Mercado




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