Sucesión, medios y periodismo

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

El dinero público ya no se usa para someter a los medios y la publicidad se asigna según su volumen de público.

Llama la atención el punto que invita a evitar a los medios de comunicación caracterizados como enemigos de la Cuarta Transformación dentro del acuerdo del consejo nacional de Morena que establece las reglas para la competencia interna para designar mediante encuestas al coordinador de la defensa de la Cuarta transformación, ¿Es una modalidad de censura? de ninguna manera puesto que además de no ser obligatorio, todos los medios, por hostiles que sean a esa fuerza política, podrán cubrir la información y publicar las opiniones con absoluta libertad, el propósito, según deduzco, es subrayar ante la población, que una gran mayoría de los medios de comunicación le darán un tratamiento informativo sesgado a los sucesos electorales, su alianza de facto con todos lo que se oponen al gobierno de López Obrador del país y del extranjero, con razón o sin ella.

Daniela Barragán, en una investigación publicada en Sin Embargo, expone el cambio de 180 grados de la relación de los medios de comunicación con el gobierno al demostrar que los medios que más dinero reciben por publicidad oficial son los que el presidente crítica en sus mañaneras, lo que confirma que el dinero público ya no se usa para someter a los medios y que la publicidad se asigna según su volumen de público, contrastando con el pasado dónde se “ahorcó” financieramente al Canal 40 y a Gutiérrez Vivó y desde el poder se ordenaban despidos (Aristégui) y asesinatos, eso sí, sin ninguna crítica pública a los “intocables del cuarto poder”.

Las tecnologías de la información rompen moldes, destierran el control autoritario de la información y expanden la oportunidad de expresión a niveles nunca vistos, el ejercicio de la réplica es ilimitado, el poder económico no dispondrá más del privilegio ilegítimo que tanto usufructuó de manipular a su conveniencia la comunicación pública.

¿Cómo insertarse en la vorágine? Creo que ha llegado el momento de que el gremio periodístico hable por sí mismo, que examine las condiciones en que se desempeña y que impulse los cambios que el oficio reclama para servir mejor a los fines que le son propios.

Lo que ya cambió

La sucesión presidencial es un acontecimiento cíclico que modifica la realidad de manera relevante, ningún sexenio es igual a otro, aunque sea presidido por los mismos ideales. Además de las características personales de quién ocupe la presidencia, las condiciones son diferentes, la realidad es un río que en su fluir, como dijera Heráclito, no permite que alguien se bañe dos veces en las mismas aguas. Tal circunstancia nos convoca a reflexionar sobre lo que podrá cambiar respecto a la relación de los medios de comunicación con los poderes económico y político una vez que han dejado de ser uno solo, esperamos que para siempre.

Con López Obrador el dinero destinado a los medios nada tiene que ver con la línea editorial de los mismos, ese cambio es la consagración de la verdadera libertad de prensa que marca un antes y un después porque los ingresos por convenios dependen del éxito de público y no de vínculos ilegítimos. México tiene medios impresos de raquíticos tirajes comparados con otros países, su televisión más exitosa ha sido la de entretenimiento y no la de información, su radiodifusión más resonante es la de programas musicales, el público interesado en la vida pública no ha sido mercado exuberante porque las empresas mercantiles nunca se vieron en la necesidad de ganárselo con credibilidad, prefirieron entenderse con los temporales administradores del dinero público urgidos de servicios mediáticos.

Los medios de comunicación tienen derecho a ser conservadores o liberales, a lo que no tienen derecho es a los montajes, a las campañas calumniosas, a los ocultamientos, a mentir para favorecer o perjudicar, pero si lo hacen, no será la cárcel, el despido o la muerte la respuesta, es la réplica, la simple réplica lo que una sociedad democrática tiene a su alcance para lidiar con ellos, pero decir medios no es decir periodistas.

Diferenciación necesaria

Los periodistas ejercen un oficio en condiciones de mucha desprotección, no tienen seguridad en el empleo, seguridad social, etcétera, quienes piensan que el “chayote” corruptor tiene como destino el bolsillo del reportero se equivoca, los acuerdos que verdaderamente determinan el comportamiento editorial son entre los dueños y altos directivos con los que despilfarran el dinero público para promoverse o encubrirse.

En la medida en que quede clara la diferencia entre los intereses de la élite de comunicación y el resto, dejaremos de ver en el mismo flanco a las modestas radiodifusoras de alcance municipal alineadas a los intereses de los grandes pulpos y los periodistas ser soldados de causas que nada tienen que ver con su condición profesional.

Nos encontramos el lunes en Recreo

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