Sin actitud ni aptitud

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Si es pensamiento generalizado que los cuerpos policíacos locales no representan problema mayor para los grupos delincuenciales ¿Por qué se ensañan con ellos?

Una pregunta inquietante: ¿Qué se traen los grupos criminales contra los policías? ¿Existen hipótesis respecto al móvil de la matanza de ayer en Calera? si es pensamiento generalizado que los cuerpos policíacos locales no representan problema mayor para los grupos delincuenciales ¿Por qué se ensañan con ellos? La inmensa mayoría de nuestros policías caídos en los últimos quince años no mueren realizando operativos, mueren cazados, algunos en sus días libres y otros sorprendidos cuando patrullan o como el caso de ayer, cuando se ejercitaban en instalaciones deportivas.

Con una matanza de policías muy semejante empezó nuestro infierno contemporáneo un 28 de diciembre de 2007 por la tarde en las afueras de Jerez.

Hay algo que no acaba de encajar cuando la mayor parte de detenciones y bajas sufridas por las bandas criminales son ocasionadas por las fuerzas federales civiles y militares ¿No sería lógico pensar que los criminales dirigieran su poder de fuego a soldados, marinos y guardias nacionales? El ensañamiento contra policías locales se debe en parte a que los delincuentes conocen la diferencia entre fuerzas profesionales disciplinadas, equipadas y dotadas de armamento suficiente y las precarias fuerzas locales a los que muchos se integran mientras consiguen otro trabajo con menos riesgo y más salario.

Sostengo que la debilidad local tiene su origen en una claudicación del deber de los gobernantes locales.

Cuando el “efecto cucaracha” que provocó Felipe Calderón llegó a nuestro estado la autoridad  se atuvo al centro, se endeudó al estado para construir nuevas instalaciones militares en Jalpa y en Fresnillo, vimos a la policía federal hospedarse en céntricos hoteles y a los marinos pernoctar durante años en el Gimnasio municipal de Fresnillo, ni siquiera se preocuparan por velar que los soldados, marinos y policías no violaran los derechos humanos de los zacatecanos y la clase política se volteaba para otro lado, cero declaraciones y  cero audiencias a la ciudadanía que pide auxilio.

No se ha cambiado de actitud.

Controlados

Por gobernar atenidos a que lo que puedan hacer las fuerzas federales, los delincuentes aplicaron la estrategia de la humedad que se hace visible hasta que ya es tarde, debutaron en el control de los presupuestos municipales cobrando “derecho de piso” a presidentes municipales que, para evitar sanciones administrativas o penales, hicieron del conocimiento de los órganos correspondientes para que con la autorización de “arriba”, se hicieran de la vista gorda.

La “ley de plata o plomo” se aplica desde el “efecto cucaracha” su efecto corruptor permea áreas de la administración pública estatal y entre como cuchillo en mantequilla en las administraciones municipales, se negocian las fiestas regionales (ferias), controlan las licencias de bares y obra pública.

No es un secreto que varios ayuntamientos del norte del estado asignan contratos de obra en forzado o voluntario acuerdo con los “malos”, lo saben los habitantes, se comenta en “corto”. Algunos presidentes municipales lo harán por impotencia, pero no faltará el que le agarre gusto al negocio.

Si los elementos policiacos son testigos inevitables de “entendidos” entre autoridades y “malosos” optan por mantenerse “lejecitos” o por tener sus propios “entendidos”.

El derramamiento de sangre reclama cambios en la manera de enfrentar la situación, el sentido de urgencia debe prevalecer para desplazar las rutinas inservibles que solo arrojan impunidad, el colapso de la investigación del delito debe reconocerse para remediarse, no para crucificar a nadie, la indolencia penitenciaria debe llegar a su fin. Los presidentes municipales no pueden dar por hecho que hay que cruzarse de brazos ante las exigencias de los grupos criminales, no se espera de ellos actitudes suicidas, pero tampoco resignación cobarde.  Zacatecas nunca ha dejado de recibir recursos federales para seguridad. pero mucho me temo que tales recursos han sido mal utilizados a partir de la precaria capacidad mostrada.

Es hora de que el combate a la corrupción deje de ser artificio político.

Caminando en círculo

¿Quieren las autoridades colaboración social? Empiecen por organizarse, por coordinarse entre sí, por destinar menos tiempo a las ceremonias y más a la atención al tema, organícense para comunicar los hechos más allá del “muertómetro”, la autoridad esclarece, orienta, alerta, conmina y convoca.

Duele mucho que nuestros modestos policías sigan a merced de la ley de plata o plomo sin que  nuestra clase gobernante se ocupe de evitarlo y que no pocos apuesten porque el ejército deje de colaborar en las tareas de seguridad solo para potenciar un discurso opositor sin horizonte preciso.

Es mi convicción que en la vida es más determinante la actitud que la aptitud porque el que tiene la primera adquiere la segunda, es allí donde localizo la falla de nuestra impotencia, no tenemos liderazgo en seguridad y lo necesitamos con urgencia.

Nos encontramos el lunes en Recreo

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