
José Luis Medina Lizalde.
La seguridad ciudadana es resultado de la coordinación de tres niveles de gobierno no solo porque así lo establece el 21 constitucional sino por sentido común.
Aspectos esenciales de la política de seguridad ciudadana son el cultivo cotidiano de la confianza social en los agentes del orden y la capacitación de cuadros locales para dirigir las instituciones involucradas.
La densidad policial del estado es muy por abajo del promedio nacional, a diferencia de Yucatán, he ahí un desafío a superar, otro reto es el de la confianza ciudadana con sus cuerpos policiales.
La Fuerza de reacción inmediata (FRIZ) ha desempeñado buena labor en conjunto con el Ejército y la Guardia Nacional, pero es objeto de denuncias que afectan su relación con la ciudadanía, la última de las cuales procede de un entrenador deportivo regiomontano que la, acusa de extorsión que nadie desmienta o anuncie investigación al respecto.
Encomendar a foráneos responsabilidades directivas en seguridad pública, jefaturas policíacas, directivas penitenciarias y conducción de la fiscalía general del estado, pospone el desarrollo óptimo de capacidades locales y cancela el control social derivado del paisanaje.
Las capacidades federales para la seguridad ciudadana se instalan en el territorio con cuarteles de la Guardia Nacional, infraestructura de alta tecnología y protocolos de coordinación y operación con las Fuerzas Armadas, disponibilidad de datos de inteligencia potenciando la eficacia de la Fiscalía General de la República Delegación Zacatecas ¿Y las capacidades estatales en la misma materia?
La seguridad ciudadana es resultado de la coordinación de tres niveles de gobierno no solo porque así lo establece el 21 constitucional sino por sentido común.
La federación camina a una velocidad que nos deja muy atrás, provocando que en los hechos la coordinación sea dependencia.
Los elementos federales son más inmunes a la cooptación del crimen organizado gracias a su procedencia foránea, carácter itinerante y rotación de mandos, lo que combinado con su mejor equipamiento y adiestramiento, los hace indispensables.
Que bueno que la Guardia Nacional esté asentada en 9 cuarteles en rumbos estratégicos y no concentrados en un hotel de la capital como antes estuvo la Policía Federal, que bueno que las células criminales dejen a vida urbana y vivan a salto de mata en las sierras y localidades aisladas y ya no en las zonas urbanas ostentando impunidad como nos tocó presenciar, que bien que delitos de alto impacto estén a la baja conforma a las cifras del INEGI.
¿Cómo asegurarnos que los avances no sean temporales?
Los policías estatales y municipales tienen en el arraigo su plus, conocen vida y milagros de los habitantes de barrios, comunidades y ciudades, su concurso asegura que la operatividad de los federales no sea al tanteo y al ser parte de la sociedad en la que ejercen autoridad su conducta es condicionada por las repercusiones que su buena o mala fama pública tiene en los suyos.
El arraigo es un factor de control social que propicia el desempeño ético de la función, la vergüenza social es la razón por la cual una persona orillada a ganarse la vida en la prostitución lo hace lejos en dónde no la conocen.
Como la mujer del césar, la policía debe ser y parecer.
La distancia de la población con sus cuidadores obstruye el flujo de información sobre el paradero de los delincuentes, encubre a sus cómplices y con su silencio prolonga su zozobra.
El gobierno no puede solo con la carga, necesita del apoyo de la gente, para ello hay que evitar que hechos no aclarados o no debidamente castigados abonen la desconfianza que se traduce en colaboración involuntaria con las bandas delictivas.
La colaboración de la población se da cuando hay confianza y la misma no surge por generación espontánea, se gana día tras día, pero hay que proponérselo
La policía sin aceptación social es parte del problema
Hay un equivocado cálculo político de que entre más fracase la política de seguridad mejor le va a la oposición, lo que los lleva a describir a los delincuentes con más poder del que realmente tienen, inoculando ánimo de rendición.
Exacerbar la sensación de inseguridad es objetivo político muy potenciado por el gobierno de Estados Unidos en coincidencia con núcleos opositores más de instinto que de reflexión, no solo en Venezuela.
Un ejemplo: Circula en redes que el pasado martes 16 del presente fueron detenidos o muertos 4710 sicarios entre Fresnillo y Valparaíso, burda video- mentira que me fue enviada desde Madrid por un alarmado zacatecano.
Es propaganda política con idéntico propósito al de amenazas de bombas en la UNAM que remarca la necesidad de empatía entre policías y habitantes.
No es histeria de políticos de aldea la que subyace.
Es el uso estratégico del tema por cuenta de fuerzas políticas con intereses de dominio a las que ayudamos sin saberlo.
Nos encontramos el jueves en Recreo