Márko y Alito

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

¿Cuándo se volvió aceptable ver la política como camino al botín?

El acuerdo entre Alito Moreno y Marko Cortés para que priistas y panistas fueran juntos en Coahuila no tiene desperdicio porque ambos son jóvenes participantes del relevo generacional.

En verdad lo único que tiene de singular es que el acuerdo haya sido plasmado por escrito y que en un momento de enojo el dirigente panista lo hiciera público para resaltar la falta de cumplimiento de lo que se suscribió.

Dicho documento contiene reparto de distritos y alcaldías entre ambos, pero también contiene compromisos  vergonzosos, de esos que no se reconocen ni entre sus respectivas militancias porque nada tienen que ver con intereses de la población, es simple reparto de botín, como se establece en el punto 5 al comprometer el Instituto de Transparencia, en el punto 7 “20por ciento de las oficinas de registro civil y de recaudación” en el 8- 20 por ciento de las direcciones de planteles educativos y universidades, en el punto 9- 6 notarías y en el 10- Ratificación Bernardo con magistrado” (sic), solo para enfatizar algunos de los enjuagues más notorios consignados en el  Acuerdo político electoral Coahuila 2023-2024.

El berrinche del dirigente panista por incumplimiento de los compromisos nos facilita entender la naturaleza de las alianzas que se han tejido entre diversos partidos para ganar elecciones sin importar programas partidarios o principios ideológicos. El texto de marras ofrece la clave para explicar la descomposición en las que están inmersas varias clases políticas locales debido a que este tipo de acuerdos carecen de elementos cohesionadores legítimos y compartidos por amplias franjas ciudadanas, todo se reduce a lo que se consigue para familiares y clientelas políticas.

No es un hecho aislado, las alianzas que se tejen y elegantemente se llaman “pragmáticas” obedecen a un sistema de partidos que no le garantiza peso decisorio a las militancias sino al dinero, por eso nuestro país se ha perdido de muchos valiosos mexicanos que teniendo vocación, honestidad y capacidad son excluidos por no participar en acuerdos cupulares como el que en estos momentos ocupa la atención pública.

Descomposición programada

Esa forma de hacer política produce malos gobiernos e instaura la fragmentación de los profesionales de la política porque ningún gobernante puede cumplir todo lo ofrecido como recompensa individual o grupal por servicios en campaña.

El tipo de alianzas uniforma las peores prácticas políticas porque a los ciudadanos se les bombardea con el elogio de los medios al que “sabe sumar” para llegar aún a sabiendas de que reúne gente mediante dádivas porque ¿Qué puede ofrecer quién carece de mensaje honesto que no sean bultos de cemento o tinacos o falsas esperanzas?

Es de advertir que los jóvenes Alito y Márko encarnan la degeneración de la política que sus antecesores jamás hubiesen consentido, juntos han cerrado filas en torno a García Cabeza de Vaca en sus complicaciones con la justicia, los nueve ex funcionarios de la alcaldía Benito Juárez por los fraudes inmobiliarios, han recibido el apoyo explícito de toda la plana directiva tripartita  con Claudio X a la cabeza, se puso de manifiesto  la solidaridad con Cuauhtémoc Gutiérrez  y  coacusados por las redes de trata puestas en la vitrina por Carmen Aristegui cuando se ofreció apoyar la ratificación de Ernestina Godoy como fiscal si se hacían “favores” al respecto ¿Acaso el PRI actuó de esa manera en el pasado cuando se encarcelaba a priistas connotados como Carlos Madrazo, Jorge Villanueva, Javier Duarte, Tomás Yarringtón y un largo etcétera’?

¿El PRI obstruyó la justicia o buscó negociar la libertad de Alejandro Gutiérrez mediante el voto de sus legisladores?

¿El PAN chantajeó políticamente cuando el ex gobernador de Sonora Padrés fue a la cárcel? ¿Cuál es el motivo por el cual estos jóvenes dirigentes han convertido a sus respectivos partidos en alcahuetes de la corrupción a la vista de todos los mexicanos?

¿Ni cuenta se dan?

En el pasado, los dirigentes de todo el espectro político deslindaban su partido de los delitos reales o hipotéticos de sus miembros y se atenían a al veredicto de los tribunales, salvo en el caso de persecución ideológica.

Hoy, Marko, Alito y Zambrano no solo no se suman a la lucha contra la impunidad sino se convierten en aliados de la misma.

La oposición de ahora padece dirigentes que no la deslindan de hechos de corrupción de algunos porque a tales líderes les parece natural, por eso el presidente del PAN publica lo que a otros avergüenza.

Con su férrea defensa de los cárteles de trata, inmobiliarios y de medicamentos diluyen la opción opositora que todo país democrático necesita para que los que ejercen el poder sean forzados a ser mejores.

Nos encontramos el lunes en Recreo

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