Gobernabilidad tóxica

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

El reto contemporáneo es derrotar la gobernabilidad tóxica, aquella sustentadas en inercias, redes, vacíos legales y mentalidades que se combinan para “que todo cambie para que todo siga igual” como mostró el genio literario del Italiano, Lampedusa. Un bien logrado trabajo periodístico de Gabriel Contreras, Heraclio Castillo y Norma Galarza, periodistas zacatecanos, confirma la continuidad … Leer más

El reto contemporáneo es derrotar la gobernabilidad tóxica, aquella sustentadas en inercias, redes, vacíos legales y mentalidades que se combinan para “que todo cambie para que todo siga igual” como mostró el genio literario del Italiano, Lampedusa.

Un bien logrado trabajo periodístico de Gabriel Contreras, Heraclio Castillo y Norma Galarza, periodistas zacatecanos, confirma la continuidad de la política de simular “honrosa medianía” mediante el consabido esquema de bonos y estímulos con alta dosis de discrecionalidad a los mandos burocráticos del gobierno del estado. En eso no hay cambios, hay continuidades.

La retórica contra la corrupción del gobernador Monreal es la misma de sus antecesores, con los consabidos “no toleraremos”, “caiga quien caiga”, “no más impunidad”, “todo el peso de la ley”, pero al igual que en el pasado, los hechos están a años luz de las palabras … todavía.

La corrupción que sobrecarga las nóminas del gobierno del estado y de los municipios sigue sin motivar planeación responsable. Las nuevas contrataciones, los despidos y las liquidaciones anticipa que las nóminas siguen creciendo, al igual que crecerán los montos a pagar por los juicios laborales correspondientes, igual que con los gobiernos anteriores.

Cada gobierno, en lo que va del siglo, ha tenido un caso que le permite cultivar la imagen de que está contra la corrupción.

Con Amalia García fue Julia Olguín, funcionaria de Ricardo Monreal, con Miguel Alonso, Eduardo Ruiz Fierro, funcionario de Amalia García, con Alejandro Tello cayó Ricardo de la Rosa, presidente municipal de Trancoso y ahora el candidato más visibilizado es Benjamín Medrano, que fungió como coordinador de la feria en el tiempo de Alejandro Tello. Sin prejuzgar sobre inocencia o culpabilidad de los mencionados, lo que si podemos asegurar es que la corrupción en los ámbitos de pertenencia de cada uno, podemos asegurar que las concesiones de autotransporte, las adquisiciones del gobierno del estado, la corrupción en la obra pública en los municipios y las turbiedades financieras con dinero público en las ferias celebradas en nuestro territorio no parecen haber siquiera disminuido.

                                         Dicen sin hacer

La “honrosa medianía” y la administración honesta de lo público le ha quedado grande a los gobiernos zacatecanos. La clase política local no tiene en su ADN la comprensión de los males originados en sueldos públicos privilegiados en relación al medio y la falta de castigo legal a lo indebido en el servicio público.

No es cuestión de ideología, Yves Limantour, como Secretario de Hacienda de Porfirio Díaz, introdujo ambos criterios como cimientos de la administración pública que introdujo orden.

López Obrador hace de la austeridad republicana y erradicación de la corrupción pública el cimiento de un nuevo régimen con estado de derecho. Las batallas para hacerlos realidad incluyen cambios constitucionales y legales, campañas de ataques bajo patrocinio.

En Zacatecas vamos muy lentos, la clase política local está conformada por educados en la rendición ante la corrupción considerada “inevitable”. Juzgan ingenuos y soñadores a los que  se identifican con la moral pública de sencillez y honestidad como López Obrador, José Mujica, Evo Morales, Gabriel Boric y en Europa muchos nada sospechosos de izquierdistas como Angela Merkel.

No se advierte que el gobernador Monreal tenga planeada la austeridad republicana y el combate a la corrupción.  Más bien vemos continuidades indeseables. De no cambiar el rumbo tendremos otro gobierno inercial sostenido en la gobernabilidad tóxica que nos maniata ante la delincuencia y nos estanca en todo lo demás.

A estas alturas del sexenio no se concreta una nueva ley de la administración pública que marque la diferencia, gobierna con la misma estructura orgánica, mismo reparto de funciones, mismos requisitos formales, mismo esquema salario-bonos estímulos, misma inacción para depurar las filas policíacas, misma visión estructuralmente dependiente de la federación, mismo criterio no judicial y si político para cubrir magistraturas del poder judicial, mismo modo de relacionarse con la legislatura local.

                           Romper con el pasado

 

Es tarea muy compleja eliminar la gobernabilidad tóxica en Zacatecas.  Hay que pisar callos de poderosos sin que tiemble el pulso, abatir la eficacia encubridora de los que rehúyen cumplir su deber para ahorrarse problemas, cuando se escriba la historia de la impunidad en estos años, saldrá a flote el abandono del deber desde curules y órganos de fiscalización y auditoría, desde ministerios públicos y juzgadores y sobre todo, registraremos la ausencia de voluntad política de aplicar la ley sin detenerse ante los acumuladores de poder gracias a la corrupción.

Si la agenda de un gobierno no incluye de manera convincente el combate a la corrupción pública y la “honrosa medianía” de los servidores públicos, tales principios se convierten en bandera de lucha de los pueblos.

Monreal tiene la ventaja de que contra la corrupción hay amplio consenso, aprovéchelo.




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