Encuestas de verdad para elecciones primarias

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Estos instrumentos de medición sirven para tomar decisiones y no están destinadas a la publicidad.

Vaya discusión que se armó con la encuesta que ayer publica el diario El Universal en dónde Claudia Sheinbaum rebasa a Xóchitl Gálvez con 30 puntos porcentuales. Connotados opositores señalan que es una estrategia de engaño, algo difícil de sostener si la medición de la que hablamos fuera patrocinada por un medio de comunicación afín a la 4Ty no por un periódico cuya línea editorial es claramente hostil al gobierno de López Obrador y a Claudia.

Hace cinco años era difícil imaginar que el principal impulsor de la encuesta como instrumento para conocer el sentir de la gente fuera López Obrador, el mismo que hizo popular la expresión de “encuestas cuchareadas” para significar la falsedad, ahora son los prianistas los que se quejan de “encuestas cuchareadas”.

El movimiento obradorista promueve una muy singular elección primaria mediante el método de encuesta, depende como se use el instrumento.

La primera verdad a establecer es que hay encuestas cuchareadas y encuestas de verdad. Las primeras tienen el propósito de generar percepción favorable hacia quién las paga y las que son ejercicios científicos buscan conocer una realidad, las encuestas cuchareadas son materia prima para el trabajo de engaño a cargo de periodistas cuya tarea es darlas por buenas, las de verdad sirven para tomar decisiones y no están destinadas a la publicidad, los gobiernos toman el pulso de los ciudadanos en torno a asuntos trascendentes para saber el terreno que pisan.

En México tenemos al INEGI como la referencia más legitimada de mediciones básicas de la vida nacional, su alto perfil técnico y su desempeño estrictamente institucional blindan al órgano autónomo del desprestigio en que han caído otras instituciones públicas que hacen un uso muy cuestionable de su autonomía.

Encuestas cuchareadas

El uso político electoral de las encuestas suele ser campo minado porque los contratantes las usan con fines de propaganda, no para fundamentar estrategias y tomar decisiones, hay muchas firmas de encuestadoras que se dedican a fabricar resultados destinados a que en el periodismo poco riguroso los convierta en creencia.

Para esas encuestas es negocio redondo tan solo por dar la cara, sin informar por cuenta de quien la hacen.

Las encuestas de verdad, como las cinco que le dieron el triunfo a Claudia Sheinbaum en la contienda de “corcholatas” es el embrión de una reforma electoral que le reste poder a las cúpulas partidistas en la nominación de candidatos haciendo obligatorias las encuestas y que las mismas sean operadas por Instituto Nacional Electoral.

Las bondades del método son muchas, una muy importante es que la opinión social sobre el aspirante se convierte en factor importante de la carrera política porque la evaluación es libre, en la propia casa y en base a lo que se conoce de los participantes y no en lo que proyecta la mercadotecnia. Quien tenga fama de corrupto, incapaz u oportunista, perderá ante quien sea percibido como honesto, competente y congruente.

El método favorece que el consultado piense en cual aspirante es el mejor, no cual gana y desinfla la lambisconería porque en la soledad de su hogar nadie sabrá por quien se inclinó ni para bien ni para mal. Fortalece la cultura de una sana pluralidad al tener que escoger entre aspirantes que no son de su partido, adquiriendo claridad sobre una realidad que a veces olvidamos: Que en todos los partidos hay buenos y mejores y malos y peores y que la razón por la cual uno se define a favor de un partido u otro se encuentra en sus documentos básicos.

Una ventaja nada despreciable es que las encuestas abaratan el costo de la política, hacen innecesarios los actos masivos que tantos gastos ocasionan a los ayuntamientos que por debajo del agua financian los camiones, evitan los roces que hacen de las elecciones internas un infierno, pero lo más importante de todo es que las encuestas de verdad, las ejecutadas con limpieza, son para los caciques como la luz del sol para los vampiros.

Arisca la mula

Es normal que haya escepticismo en el ambiente, tantos años hemos visto usar dinero público para mediante encuestas falsas sacar adelante al escogido y presentar como débil al adversario más fuerte, cuántos dedazos envueltos en encuestas cuchareadas hemos conocido, que se entiende que muchos supongan que es atole con el dedo.

El método puesto en práctica para la contienda de las corcholatas en Morena puede ser el precedente de una reforma electoral que propicie que los candidatos a puestos de elección popular surjan de abajo, no de cúpulas y componendas.

Los cargos judiciales, ejecutivos y legislativos deben surgir de la base ciudadana, no de cúpula, en eso consiste la verdadera democracia electoral.

Nos encontramos el lunes en Recreo

@luismedinalizalde-luis [email protected]




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