
José Luis Medina Lizalde.
México despilfarra mucho dinero público financiando viajes al extranjero absolutamente inútiles de ocupantes de cargos por elección o por designación.
Los políticos mexicanos tienden a desclasarse, no proceden de las élites privilegiadas pero quieren formar parte de las mismas, tal circunstancia le da sentido a la condena del Consejo Nacional de Morena a la ostentación como comunicación no verbal de la política, los lujos, la ropa de marca, los restaurantes caros, el desplazamiento acompañado de comitivas, turismo político etcétera. La postura fijada recibe el aplauso generalizado de la militancia y de amplios sectores sociales.
Desde las élites se desprecia a los políticos no obstante “la buena actitud” con la que son tratados por los que consideran sus empleados informales, Juan Pueblo los desprecia también a pesar de ser el destinatario de los halagos habituales de sus piezas oratorias. Desde luego, no todos caben en ese costal, por fortuna, hay quienes han practicado la política a lo largo de su vida con la dignidad que solo la congruencia garantiza.
México despilfarra mucho dinero público financiando viajes al extranjero absolutamente inútiles de ocupantes de cargos por elección o por designación que, conscientes de su temporalidad, viajan al país o los países de sus sueños, los pretextos pueden ser inverosímiles sin ser cuestionados, la prensa los reporta como certificado de importancia de quien viaja por cuenta de los contribuyentes ¿Recuerda usted que el municipio de Fresnillo financió capacitación en España para “el proceso de entrega recepción”?
Los restaurantes caros tienen clientes temporales que no volverán a degustar sus exquisitos platillos una vez que dejen el cargo, planas mayores de ayuntamientos, de legislaturas y de administraciones estatales, situación que no afecta el negocio porque los relevos de dichos integrantes de “élites por un rato” pronto aprenden el camino.
Ser de origen humilde no es garantía de definición a favor de los humildes si repasamos la biografía de muchos políticos mexicanos, Zedillo, ahora que está de moda, es un buen ejemplo al respecto, en campaña nos hizo saber que de niño boleaba zapatos por los apremios económicos de su familia y en la Presidencia nos hizo saber que por el bien de pocos, primero los banqueros.
El trasfondo corrupto
Claudia Sheinbaum y Luisa María Alcalde tienen en común ser del núcleo fundador del movimiento que gobierna la república, con López Obrador al frente, tal movimiento postuló dos principios que rigen la orientación al largo plazo “Por el bien de todos, primero los pobres” y el respeto a la riqueza bien habida simultáneo al combate a la que es fruto de la corrupción. La condena al clasismo en los políticos de Morena es un llamado a la reafirmación de los orígenes y una aportación al cambio de mentalidad de los políticos sin la cual siempre se correrá el riesgo de que la simulación sepulte los ideales.
El tren de vida costoso solo se puede sostener en la corrupción, no en los ingresos legales por elevados que sean, la transferencia de dinero público a bolsillos privados da vida a empresas fantasmas y facturas falsas con las cuales se documentan viáticos, gastos de representación, vales de gasolina y demás formas de sangrar el erario.
La adicción al dinero separa a quien la satisface a costa de la vida pública de la mayoría de la sociedad, sirva de ejemplo la patética defensa de sus privilegios de los Lorenzos Córdova, de los ministros de la SCJN venturosamente salientes y de las cúpulas de partidos pobres con dirigentes ricos, de las burocracias doradas de las universidades públicas.
Las candidaturas que se construyen con dinero saquean fondos públicos sirven cuando se gana intereses de particulares como pago por “jalar cuando se necesita”.
Quizá lo más incompatible con el bienestar general de un pueblo es que sus políticos, empujados por la cultura de lujos y despilfarros, busquen la validación de las élites para sentirse poderosos, ha sido penoso escuchar como argumento político a favor de alguien, describirlo como “empresario exitoso” sin más datos que su riqueza acumulada, aunque la misma sea fruto de sinvergüenzadas conocidas, lo peor de todo es que tal narrativa la empujó, en su momento la izquierda, seducida por la alternancia fallida, empujada por los Estados Unidos a cambio del préstamo que tramitó Zedillo, según escribe en sus memorias Francisco Labastida Ochoa.
Desigualdad dolorosa
La exigencia de austeridad a gobiernos y gobernantes es la respuesta contemporánea más sentida a la desigualdad que registra en el acceso a bienes y servicios.
El austero construye cercanía real con el pueblo del que forma parte, algo que busca todo político que se respete.
El Papa Francisco padeció el rechazo de los que no toleraron su sencillez, su modo de vivir fue cotidiano reproche a los inmersos en lujos en un mundo de tantos pobres.
Morena debe sacudirse lastres para no hundirse.
Nos encontramos el lunes en Recreo