Reconocer a Jesús, cuando camina con nosotros, como los discípulos de Emaús

INTRODUCCIÓN. Hermanos (as): Estamos celebrando la Resurrección de Jesús dentro de la cincuentena pascual. La Iglesia goza con fe iluminada la vida que nos da el resucitado con su palabra que ilumina nuestra existencia personal y comunitaria; con sus sacramentos, comenzando por el bautismo que nos incorpora a Jesús y a su Iglesia como testigos … Leer más

INTRODUCCIÓN.

Hermanos (as): Estamos celebrando la Resurrección de Jesús dentro de la cincuentena pascual. La Iglesia goza con fe iluminada la vida que nos da el resucitado con su palabra que ilumina nuestra existencia personal y comunitaria; con sus sacramentos, comenzando por el bautismo que nos incorpora a Jesús y a su Iglesia como testigos de Jesús glorioso y vuelto a la vida, ya sin límites y totalmente abierta a la eternidad con el Padre y el Espíritu Santo.

El hecho inaudito y trascendente de la Resurrección del Señor, debe descubrirse a la luz de la revelación divina, y de acuerdo a las enseñanzas y experiencia de fe, esperanza y amor de la comunidad eclesial dentro de la tradición generacional, desde la experiencia de creer en Cristo, de las primeras comunidades cristianas, que tenían “una sola fe, un solo corazón y un mismo amor”, en compañía del Señor resucitado, descubriéndolo en las escrituras leídas en las asambleas; escuchando atenta y asiduamente las enseñanzas de los apóstoles y celebrando la eucaristía, como presencia verdadera, real y substancial de Cristo, según el significado profundo del memorial del Hijo de Dios hecho hombre, centro vital de toda la comunión eclesial, desde los primeros tiempos del cristianismo y hasta nuestros días.

Después de esta introducción, asimilemos espiritualmente las enseñanzas del pasaje de San Lucas, quien, es el único que nos ha dado este relato maravilloso por su sencillez y humanismo con Cristo maestro, quien se unió a esos discípulos desalentados por el camino de Emaús.

RECONOCER A JESÚS RESUCITADO, CUANDO CAMINA CON NOSOTROS EN NUESTRAS VIDAS COMO LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS.

El evangelio de hoy es un relato de aparición de Cristo resucitado a dos discípulos que caminan de Jerusalén a la localidad de Emaús. Este pasaje evangélico es único del evangelista Lucas, quien nos trasmite de manera sencilla e interesante, esta aparición a los caminantes, quienes van pasando del desencanto y desaliento a una fe entusiasta en Cristo resucitado.

La narración que nos hace San Lucas es sencilla, humana, entrañable. Para ahondar en su contenido es necesario fijar claves de lectura que nos descubran la intención y la profundidad del mensaje, que hoy leemos y asimilar lo más correctamente posible su rico contenido que haga más segura y fiel nuestra actitud de creyentes en la persona y la enseñanza de Jesucristo, ahora en nuestros tiempos sin desconectarnos de este hermoso episodio del evangelio que nuestra Iglesia en este domingo de pascua nos presenta.

Las claves de lectura inteligente y comprometedora, son: 1ª La escriturística, centrada en las profecías del antiguo testamento referentes a Cristo.2ª La eucarística que se manifiesta en la fracción del pan y 3ª La eclesial o comunitaria, cuando los dos discípulos compartieron su experiencia con los hermanos en Jerusalén.

a) La Escritura. Cuando Jesús se acerca a los dos discípulos, éstos no tienen ojos para reconocerlo, porque la desilusión les llena el alma. Para ellos, Jesús quedó en la tumba donde lo enterraron y después de tres días ya no se sabía nada cierto acerca de Él. Están tristes y derrotados. Esperaban que Cristo era el Mesías que liberaría al pueblo de Israel de la dominación romana. Se habían dado cuenta que unas mujeres lo habían visto, pero esto no les daba certeza acerca de la resurrección de Jesús.

“Entonces, el Señor les dijo ¡Qué necios y torpes son para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera y todo esto para entrar en su gloria?, y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura!”.

Esto les empezaba a dar certeza de que Jesús era el Mesías anunciado y que Dios lo daba para la liberación total del pueblo elegido por el mismo Dios.

b) La Eucaristía. Una vez que los discípulos se han hecho amigos de Jesús sin identificarlo todavía, lo invitaron a que se quedara con ellos, porque el día declinaba. Él se dispuso a quedarse con ellos y al cenar, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio.

A ellos, entonces, se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él se les desapareció. Con ese acto de Jesús, recordaron la institución de la eucaristía en la última cena antes de padecer. Y ahora su fe y esperanza estaban confirmándose y su alegría ya era segura e indescriptible.

c) La Comunitaria. Es la tercera clave del encuentro que nos ocupa. Los dos discípulos representan a todos los creyentes en Jesús de Nazaret. Era el principio de la Iglesia, comunidad, de fe, esperanza y amor. Cuando los discípulos reconocieron a Jesús, inmediatamente se levantaron y regresaron a Jerusalén.

Y al reunirse con sus compañeros, Pedro, Juan y los demás, estaban ya seguros en comunión, de que Jesús mesías había resucitado y que luego les daría la misión de enseñar a todos los pueblos el mensaje de la salvación para el tiempo y la eternidad.

 CONCLUSIÓN

¡Identificados con los discípulos de Emaús, ahora nosotros estamos caminando con Jesús resucitado por el camino de nuestras vidas! Nuestra fe y esperanza deben estar firmes en nuestra unión comunitaria con Cristo y todos nuestros hermanos.

¡Que la pandemia que azota a la humanidad de nuestros días, nos ayude a convertirnos y dejarnos acompañar por Jesucristo resucitado esperanza de nuestra gloria y corona de nuestro a amor a Dios y a nuestros hermanos de todo el mundo y superemos estos tiempos difíciles, que nos ayuden ser mejores en amor, paz, fraternidad y justicia!

+  Fernando Mario Chávez Ruvalcaba

Obispo Emérito de Zacatecas

 




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