Domingo de ramos, pórtico e inicio de la Semana Santa

INTRODUCCIÓN Hermanos: Estamos celebrando este gran Domingo de Ramos o de las Palmas, que es pórtico y entrada para celebrar solemnemente la Semana Santa o Mayor de este año. Durante la Cuaresma como tiempo de preparación, con el cual, la Iglesia nos ha dado la oportunidad para arrepentirnos de nuestros pecados y con la gracia … Leer más

INTRODUCCIÓN

Hermanos: Estamos celebrando este gran Domingo de Ramos o de las Palmas, que es pórtico y entrada para celebrar solemnemente la Semana Santa o Mayor de este año. Durante la Cuaresma como tiempo de preparación, con el cual, la Iglesia nos ha dado la oportunidad para arrepentirnos de nuestros pecados y con la gracia divina, comenzar una nueva vida conforme al evangelio, según la voluntad de Dios, quien no quiere la muerte de los pecadores, sino su conversión como retorno a la casa del Padre, después de llevar una vida desviada y apartada  del plan divino ordenado a procurar la salvación y dignificar la existencia de los cristianos profundamente convencidos participando en la vida nueva de la Pascua de Resurrección como el camino que lleva directamente a la meta definitiva de nuestra existencia temporal que es el cielo como vida eterna con Dios, Uno y Trino.

 

Los exhorto, pues, para que, con fe iluminada, celebremos esta Semana Santa, teniendo muy en cuenta la situación que en el mundo se ha presentado dolorosamente con la pandemia de un virus que ha atacado agresivamente a muchas personas y se ha extendido peligrosamente en muchos países, incluyendo ya nuestro México, con miles de muertos. Las autoridades civiles han establecido normas para prevenir y remediar, en lo posible, esta situación de enfermedad colectiva y mediante también una cuarentena que ha llevado a una permanencia en los hogares para hacer frente a la pandemia. Quiera Dios ver a la humanidad sufriente con actitud penitencial e implorando su ayuda, su perdón y la restauración de la salud en el mundo con una renovación de nuestras vidas, aprovechando esta experiencia que nos reta a ser siempre mejores con una vida recta, limpia, llena de justicia, amor y solidaridad fraterna a nivel mundial.

ENTRADA DE JESÚS EN JERUSALÉN, COMO PROFETA, MESÍAS, REY SALVADOR Y BUEN PASTOR DE LOS HOMBRES

Al celebrar este Domingo de Ramos, la entrada triunfal de Jesucristo en la ciudad de Jerusalén, apunto en esta homilía algunos aspectos fundamentales de la personalidad del Señor, con el fin de precisar los contenidos de nuestra fe cristiana a la luz e impulso de la acción soberana del Espíritu Santo y lograr nuestra configuración e identidad con Jesús, nuestra fuente de salvación en el hoy que vivimos y para la eternidad del cielo.

Como Profeta: Porque su persona y misión realizan y manifiestan todo lo que el Padre le ha dado a conocer, con relación a su plan de salvación para todos los hombres de generación en generación, nacidos en este mundo y para anunciarles, que el Hijo de Dios hecho hombre, perdona todos los pecados liberándolos de la acción del demonio; se arrepientan de sus pecados que apartan de Dios y su Reino, bajo la poderosa actuación del Espíritu Santo, quien precisamente Jesús nos lo ha dado el día de su Resurrección por medio de los apóstoles: “La paz esté con ustedes. Y añadió: Como el Padre me ha enviado, yo también los envío a ustedes. Sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo, a quienes les perdonen los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retengan, Dios se los retendrá” (Jn 20,21-23).

Como Mesías: Título que significa el “enviado” de Dios Padre para que, de acuerdo a su mandato, con su encarnación y misión, nos dé su salvación, elevándonos a la intimidad divina y nos asuma con el misterio de su Pascua, pudiendo seguirlo desde este mundo y para siempre, ya que él es absolutamente: camino, verdad y vida.

Como Rey y Pastor: Jesús al entrar humildemente sentado en un asno, a Jerusalén, San Mateo narra fielmente y con detalles, que: “La gente muy numerosa, extendía sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de los árboles y las tendían a su paso. Los que iban delante de él y los que lo seguían, gritaban: ¡Hosanna!¡Viva el hijo de David!¡Bendito el que viene en nombre del Señor!¡Hosanna en el cielo! Al entrar Jesús en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. Unos decían: ¿Quién es éste? Y la gente respondía: Éste es el profeta Jesús de Nazaret de Galilea”. De esta manera Jesús aparece como Rey humilde y sencillo, no con pretensiones de poder meramente temporal. Rey eterno e inmortal que para serlo se anonadó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte en el ara ignominiosa de la cruz, para luego resucitar victorioso y lleno de poder hasta la eternidad, salvando así a todos los pecadores arrepentidos llamados para participar de su gloria.

 

Jesucristo se ha revelado como el Buen Pastor: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas… Yo soy el buen pastor, conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí; lo mismo que mi Padre me conoce a mí, yo lo conozco a él y doy la vida por las ovejas” (Jn 10, 11, 14-15). De este modo Jesús como buen pastor nos ha dado vida en abundancia para el tiempo de nuestra estancia en la tierra y para el cielo eterno.

EXHORTACIÓN FINAL.

En tiempos difíciles que vivimos con la pandemia que nos ataca y nos exige superarla en comunión de sacrificios y buenos propósitos de solidaridad fraterna, aprendamos de Cristo amar y sufrir por amor, para que sea fructífera en cada uno de nosotros, su pasión y muerte generosa en el ara de la cruz, plenitud de su amor divino-humano. ¡Asemejándonos a Cristo en su dolorosa pasión y muerte, podremos participar ahora y para la eternidad, de su luminosa y eterna Resurrección en la comunión de los Santos!

 

 

+  Fernando Mario Chávez Ruvalcaba

Obispo Emérito de Zacatecas

 




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