La unidad de los cristianos, hoy, mañana y siempre

El día del Señor.
El día del Señor.

INTRODUCCIÓN Hermanos (as): Reciban mi saludo y mis mejores deseos al celebrar este Domingo III del Tiempo Ordinario, nuestra eucaristía que es ahora y siempre, principio y fuente de nuestra comunión eclesial. Como este domingo suele caer dentro o muy cerca, del Octavario de oración por la unión de las Iglesias cristianas, he querido formular … Leer más

INTRODUCCIÓN

Hermanos (as): Reciban mi saludo y mis mejores deseos al celebrar este Domingo III del Tiempo Ordinario, nuestra eucaristía que es ahora y siempre, principio y fuente de nuestra comunión eclesial. Como este domingo suele caer dentro o muy cerca, del Octavario de oración por la unión de las Iglesias cristianas, he querido formular nuestra homilía con el tema siempre actual, de la necesidad que tenemos, de la unión entre los que seguimos a Jesucristo. Este tema lo tomo de la segunda lectura de esta Misa de la primera carta del apóstol san Pablo a los fieles de Corinto. El hecho de las divisiones entre cristianos es históricamente muy notorio y hasta doloroso. La razón la encontramos en el modo de ser natural de cada uno de los hombres y mujeres que profesamos nuestra fe católica y profundamente cristiana, teniendo muy en cuenta a los seguidores de Jesús dentro de las diversas religiones que profesamos nuestra fe en Jesucristo, su doctrina y misión salvífica. Contamos inevitablemente con la suma de cualidades y defectos, virtudes y fallas de los que queremos formar la única Iglesia fundada por Cristo. Pero afortunadamente la fuerza y sabiduría del Espíritu Santo son más grandes que nuestra debilidad humana. Precisamente San Pablo recurre a ellas para superar las banderías y divisiones que se habían producido en la comunidad de Corinto, recordando nosotros ahora también, el deseo de Jesús en su oración sacerdotal a su Padre de los cielos, que en seguida anoto: “Yo te he dado a conocer a aquellos que tú me diste de entre el mundo. Eran tuyos, Tú me los diste, y ellos han puesto en práctica tú enseñanza. Ahora han llegado a comprender que todo lo que me diste viene de ti y ellos lo han aceptado. Ahora saben con absoluta certeza, que yo salí de ti y han creído que fuiste tú quien me envió. Yo les he enseñado lo que aprendí de ti, y ellos lo han aceptado. TE PIDO QUE TODOS SEAN UNO, LO MISMO QUE LO SOMOS TÚ Y YO” (Jn 17, 6 y ss).

 

  1. SEGUIMIENTO DE CRISTO EN LA UNIDAD

La unión de los cristianos es tema de plena actualidad, hoy como ayer a través de siglos en la historia de la salvación desde que Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre ha estado en medio de nosotros como el Emanuel. La unión de los cristianos tiene su base firmísima en el misterio de Dios, como Padre, Hijo y Espíritu Santo, quienes, como personas divinas, comparten eternamente el ser de Dios que es AMOR, único, indivisible y absolutamente verdadero, bueno, inteligente y libre. Él ha creado todas las cosas del cielo y de la tierra con su poder infinito y especialmente a los humanos, hechos a su imagen y semejanza. Dios por esto es una comunión familiar perfecta de personas unidas en, por y con el Amor de su esencia divina;  Él llama a todos los hombres para que participen de su familia divina en absoluta y perfecta unión, al hacernos por vocación inmerecida y por pura gracia de su Amor desde nuestro bautismo que nos consagra, ahora y para la eternidad, para que seamos hijos adoptivos de un mismo Padre celeste y eterno; hermanos en Cristo que entregó su vida para que por el amor fraterno que brota de Él por su pascua, seamos sus hermanos, siendo el primogénito en la unión de muchos hermanos y ser también morada santa del Espíritu Santo quien nos colma abundantemente de gracias, carismas y dones tan ricos y variados, que brotan de la unidad de la cual es artífice y alma del cuerpo de la Iglesia, una, santa , católica y apostólica. Podemos decir ahora que las consignas de San Pablo en el texto bíblico que estamos considerando para nuestra homilía, mantienen su vigencia y actualidad, primeramente, para cualquiera de nuestras comunidades como familia eclesial que es la Iglesia, configurada y realizada en Diócesis, Parroquias y un sin número de congregaciones religiosas femeninas y masculinas con sus múltiples carismas para el crecimiento de la Iglesia universal que todos formamos por voluntad divina y descubriendo siempre a las familias como células vivas que configuran desde su realidad divina y humana la Iglesia doméstica esparcida por todo el mundo. De esta manera conforme a lo que estamos tratando de explicar y trasmitir a todos ustedes, que todos estos aspectos doctrinales y eminentemente prácticos, configuran el seguimiento de Cristo en la unidad universal de su Iglesia que formamos todos los creyentes en su persona y buena nueva del Reino de Dios.

 

  1. UNIDAD DE LA IGLESIA EN SÍ MISMA Y TAMBIÉN A NIVEL ECUMÉNICO

Nuestra Iglesia Católica o Universal, ha experimentado con el decurso del tiempo divisiones, separaciones e incluso luchas fratricidas por motivos de fe, culturas y costumbres. Baste recordar dos momentos de la historia las divisiones y separaciones de la comunión universal de la Iglesia fundada por Cristo: 1º. El cisma o separación en el siglo XI que dio origen a la Iglesia Ortodoxa en oriente teniendo como sede principal Constantinopla. 2º. La división protestante en Europa con Martín Lutero y sus seguidores (siglo XVI). Además, se constituyeron otras denominaciones cristianas, a saber: baptistas, metodistas, anglicanos y congregacionalistas, sobre todo en Estados Unidos de Norte América. Hoy día se han propagado las comunidades que se dicen simplemente “cristianos”. Con este vistazo de las divisiones que se han ido formando, podemos darnos cuenta siquiera un poco, de lo que han significado las separaciones o divisiones de los cristianos en el mundo. Por esta razón, nuestra Iglesia Católica, de la cual muchos se han separado (sectas), tiene la conciencia de pedir siempre por la unión de las Iglesias siguiendo fielmente la oración y la voluntad de Jesucristo a partir de su oración por la unidad de los cristianos que arriba hemos recordado instituyendo universalmente el Octavario de oraciones para pedir el don divino para la unión de los cristianos,  promover siempre la paz, la justicia y el amor que Jesús ha querido para todos sus creyentes y seguidores.

 

  1. CONCLUSIÓN EXHORTATIVA.

¡Actualmente se siguen haciendo muchos esfuerzos de diálogo, comunicación y actitudes de buena voluntad y fraternidad a favor de la unión de los cristianos, que ésta sea nuestra respuesta para que Dios nos bendiga con su Amor comunión!

 

 

+ Fernando Mario Chávez Ruvalcaba

Obispo Emérito de Zacatecas

 

 

 

 




Más noticias


Contenido Patrocinado