Jesucristo resucitado, vida y resurrección de todos los que creemos en él

INTRODUCCIÓN Hermanos (as): ¡Este es el día en que actuó el Señor, sea pues, nuestra alegría y nuestro gozo, cantemos al Señor porque es bueno y porque es eterna su infinita misericordia! La gran Solemnidad que estamos celebrando, es el centro divergente y convergente de la creación y de la humanidad entera. Es fuente de … Leer más

INTRODUCCIÓN

Hermanos (as): ¡Este es el día en que actuó el Señor, sea pues, nuestra alegría y nuestro gozo, cantemos al Señor porque es bueno y porque es eterna su infinita misericordia! La gran Solemnidad que estamos celebrando, es el centro divergente y convergente de la creación y de la humanidad entera.

Es fuente de amor divino y trinitario que brilla desde la eternidad para derramarse en todas sus criaturas, venciendo el mal y el pecado, realizando el plan de Dios para redimir y rescatar a todos los pueblos de la tierra del maligno, del pecado, la tristeza y el olvido de Dios en las conciencias de los hombres, inteligentes y libres como imágenes y semejanzas de Dios.

Jesucristo, muerto y resucitado, con su sabiduría y poder divinos, llena de luz y vida a todos los hombres a través de su Iglesia, que fundó con sabiduría y amor para ser instrumento de redención y vida perfecta. Con la palabra de Dios, el bautismo y demás sacramentos; con su conducción pastoral, incorpora a todos los hijos del Padre eterno a Jesucristo, su Hijo hecho hombre, vida nuestra, en comunión con el Espíritu Santo dador de todo don y gracia perfecta.

Con esta introducción a nuestra homilía, ya podemos pasar y avanzar al centro de ella contemplando y asimilando algunos aspectos brillantes de la Resurrección de Jesucristo e iluminar con ellos nuestra identidad cristiana con la Pascua de esta resurrección, alentando e iluminando nuestro paso pascual por este mundo en pos del cielo, nuestra meta final, absoluta y definitiva, según el querer de nuestro Padre Dios.

ALGUNOS ASPECTOS DE LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO QUE ALIENTAN E ILUMINAN NUESTRA FE Y TODA NUESTRA VIDA DE CRISTIANOS

+  La fuerza inaudita de la Resurrección de Jesucristo, brota desde siempre y para siempre del seno del ser de Dios, Uno y Trino en sus personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo y este ser es puro e infinito AMOR. Cito aquí el texto famoso de San Juan: “Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, PORQUE DIOS ES AMOR. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor” (Jn 1ª Carta 4, 7-10).

+  Este amor divino es vida total, única, eterna e indefectible, por eso Cristo el enviado del mismo Dios para salvarnos, es dador de vida en abundancia, que supera toda limitación, toda creatura, así del cielo como de la tierra, desde la eternidad, en el tiempo y para el “más allá”. Cristo al asumir el misterio de su muerte en el ara de la cruz, por amor que lo identifica y lo hace completamente absoluto, ha resucitado y por eso goza de una vida nueva, insospechada, perfecta y gozosa para trasmitirla a todos y cada uno de los hombres, sus hermanos, a quienes ha redimido y liberado del reino de la muerte con su pascua de muerte y resurrección.

+  Siendo Dios uno en su ser divino, es al mismo tiempo amor paterno, filial y espiritual. Es amor en completa y feliz COMUNIÓN interpersonal. Por esto y desde toda la eternidad, en el tiempo histórico y hacia el cielo infinito y eterno, desde nuestro bautismo que nos hace cristianos, y por vocación inmerecida como creaturas suyas, debemos ser todos los hombres, sin distinción de pueblos, lenguas, razas y naciones, una comunión universal, que es precisamente la Iglesia fundada por Cristo y por voluntad de su Padre con todas las gracias y dones del Espíritu Santo. La Iglesia como el nuevo pueblo de Dios que ya estaba prefigurado en el antiguo pueblo de Israel.

+  El amor divino se manifiesta y brilla en una gran teofanía de verdad, bondad y libertad. Es luz brillante, esplendente e inapagable. Amor de justicia perfecta con rectitud firme y completa. Es amor todopoderoso, generoso y creador de todas las cosas del cielo y de la tierra. Amor providente que tiene cuidado y conserva a todas sus creaturas en el cumplimiento de su voluntad, perfecta e inmutable, porque en él, no hay sombras ni vicisitudes de muerte. Es precisamente fuente perenne de alegría de vida, sin ocasos y sin fronteras de su ser permanente y gozoso.

+ Dios, en el cosmos creado y nosotros los hombres en él, su generosidad y misericordia, nos arropan, nos hacen felices, ya desde este mundo si lo conocemos con fe, si lo amamos; si lo adoramos y nos dejamos guiar libremente por Él, ya que Él, con su plan de salvación temporal y eterna, no desea la muerte de los pecadores, sino con su gracia sobrenatural nos convirtamos y realicemos una vida nueva, inédita e insospechada, por Jesucristo resucitado, vida y resurrección nuestras.

CONCLUSIÓN Y EXHORTACIÓN FINAL

¡Hermanos y hermanas: ahora que estamos experimentando los efectos desgarradores de una pandemia que nos hace sufrir y ha trastocado el orden de nuestras personas en lo individual, familiar y comunitario general, confiados en Cristo resucitado, como un sol bello y radiante, quien nos ilumina y nos capacita para vencer todo mal, las insidias del maligno y las tendencias pecaminosas de nuestro pobre ser humano.

Celebremos, pues, con panes ácimos de sinceridad y verdad, nuestro amor pascual anual con Jesucristo, esperanza de la gloria con el fuego inapagable de su AMOR y que este grandioso amor que nos llena, se manifieste en perdón de unos con otros, en comunión fraterna y servicial en la cuarentena que vivimos y que en el seno de nuestras familias, nuestra patria y en el mundo entero, la resurrección de Cristo mesías, sea luz brillante e inapagable, desde este planeta dolorido y hasta conquistar con el mismo Cristo, María, José y todos los Santos el cielo prometido, que ya desde ahora y para siempre borre los odios, la indiferencia, las guerras y toda maldad…, y que Cristo resucitado sea la bendición, como Príncipe de la paz y amor fraterno feliz para todos los pueblos sufrientes de la tierra, en camino hacia la patria del cielo ya sin sombras y temores de muerte y dolor!

 

 

+  Fernando Mario Chávez Ruvalcaba

Obispo Emérito de Zacatecas




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