
Foto: Cortesía.
Las autoridades sanitarias han recordado que la tos ferina es una enfermedad respiratoria altamente contagiosa.
CIUDAD DE MÉXICO.- La Secretaría de Salud informó el aumento de casos de tos ferina en México, además de que al menos 45 bebés perdieron la vida a causa de este padecimiento.
A través de un boletín epidemiológico, la dependencia hizo un llamado a los padres de familia para que sigan el esquema de vacunación de los pequeños, ya que es la única manera de protegerlos.
La Secretaría de Salud indicó que se han reportaron 2 mil 772 casos probables de tos ferina, de los cuales 749 han sido confirmados y suman 45 defunciones en todo el país. En cuanto al sexo, el 57.8% se presentó en mujeres.
“Se han registrado 45 defunciones por Tos ferina; todas corresponden a casos en menores de 1 año de edad sin antecedente de vacunación”.
Además, señalaron que la entidad con mayor letalidad es Puebla, seguida de Campeche, Chiapas, Jalisco y San Luis Potosí.
Mientras que los estados que acumulan un mayor número de casos confirmados son:
En contraste, la entidad con menos casos confirmados es Yucatán, con solo 9 pacientes confirmados.
Las autoridades sanitarias han recordado que la tos ferina es una enfermedad respiratoria altamente contagiosa causada por la bacteria Bordetella pertussis.
Esta afección puede afectar a personas de todas las edades, pero representa un mayor riesgo para bebés, niños pequeños y personas con sistemas inmunológicos debilitados, ya que en casos graves puede provocar complicaciones severas como neumonía, convulsiones o la muerte.
La tos ferina comienza con síntomas similares a los de un resfriado común, lo que dificulta su identificación temprana. Los síntomas iniciales suelen incluir:
Congestión nasal.
Estornudos.
Fiebre leve.
Tos seca e intermitente
No obstante, a diferencia de un resfriado común, cuando la enfermedad comienza a avanzar, la tos se vuelve más intensa y persistente, con ataques de tos severos que incluir pausas en la respiración.
Dichos ataques de tos pueden ocurrir con mayor frecuencia durante la noche y dificultan actividades como comer o beber y pueden durar hasta 10 semanas, según la Secretaría de Salud.