Vivir con responsabilidad solidaria

Sigifredo Noriega Barceló.
Sigifredo Noriega Barceló.

Los efectos directos y colaterales del Covid nos siguen estremeciendo. Los brotes, rebrotes y repuntes cimbran convicciones, creencias, voluntades, deseos, tendencias… También se pone a prueba nuestra capacidad de organización solidaria para hacer un frente común ante el desbordamiento de los contagios.  Hacernos corresponsables ante la magnitud de los desafíos de la pandemia es una … Leer más

Los efectos directos y colaterales del Covid nos siguen estremeciendo. Los brotes, rebrotes y repuntes cimbran convicciones, creencias, voluntades, deseos, tendencias… También se pone a prueba nuestra capacidad de organización solidaria para hacer un frente común ante el desbordamiento de los contagios.  Hacernos corresponsables ante la magnitud de los desafíos de la pandemia es una necesidad urgente que requiere voluntades unidas y una clara visión de lo que queremos y cómo lo vamos  a llevar a la práctica.  Las situaciones difíciles muestran nuestra fragilidad y, al mismo tiempo, la necesidad que tenemos de los demás.  Solos no la hacemos.

La unión de voluntades, la fuerza de la fe y la capacidad de organización para hacer frente a la adversidad son fundamentales.   Los eventos naturales no se pueden evitar, aunque mucho hemos avanzado en diversas estrategias de previsión y prevención. En cambio, las catástrofes ocasionadas o extendidas por comportamientos sociales negativos tienen otras raíces y modos. Siempre tenemos la posibilidad de evitar efectos dañinos si somos responsables y actuamos con anticipación, inteligencia generosa y, desde luego, con misericordia.

Los obispos de la Iglesia Católica en México hemos vivido ‘on line’ la CIX (109) Asamblea Plenaria durante la semana pasada. Junto a otros temas,  hemos compartido experiencias personales y pastorales sobre las enseñanzas de la pandemia en cada comunidad de nuestro querido México.  Sigue habiendo mucha gente afectada en sus bienes vitales, familiares, económicos, morales y espirituales. El sufrimiento y el dolor se hacen presentes de muchas maneras  con distintos niveles de afectación  en cada familia, estado y región. ¿Cuál es nuestra misión como Iglesia? ¿Qué tenemos que hacer?  Lo que más nos apremia es la reconstrucción  del ser humano en su confianza y en la esperanza de que podemos salir adelante si nos hacemos solidariamente responsables de nuestro entorno familiar y social.

En la palabra que escuchamos este domingo Jesús nos invita, una vez más,  a la responsabilidad en el trabajo por el Reino de Dios. Si somos fieles responsables, los frutos de justicia, libertad, amor y paz serán las señales de que nos hemos tomado en serio la fe en Jesús. La salud personal y pública también entra en el inventario.  Lo importante en la parábola de los talentos es la responsabilidad de recibirlos y ponerlos a trabajar. No hay talento pequeño. Lo poco se puede convertir en mucho y en todo para las personas que nos necesitan.  El miedo al ‘jefe’ no debe ser argumento para no hacer nada.

Los problemas personales y sociales no se solucionan por arte de magia. En nosotros está la solución si ponemos los talentos recibidos al servicio del bien común en el hermano de al lado. Si ponemos a su servicio la infinita potencialidad del amor de Dios, tendremos vida y no muerte, gozos y no sufrimiento,  paz y  esperanza no frustraciones.

Nos unimos en oración y en acciones comunes concretas para que los talentos recibidos se multipliquen y beneficien a las personas más necesitadas.

Los abrazo y bendigo desde Sonora.




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