Traición normalizada

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Dos confluencias de gobernantes casi simultáneas reflejan la carencia de ideología de buena parte de la clase política mexicana, carencia que explica la expansión incontrolable de la política para hacer negocio y carrera personal en vez de la que se propone metas de carácter colectivo;  una tuvo lugar el pasado domingo en Nochistlán,  Zacatecas, donde … Leer más

Dos confluencias de gobernantes casi simultáneas reflejan la carencia de ideología de buena parte de la clase política mexicana, carencia que explica la expansión incontrolable de la política para hacer negocio y carrera personal en vez de la que se propone metas de carácter colectivo;  una tuvo lugar el pasado domingo en Nochistlán,  Zacatecas, donde 13 presidentes municipales asistieron a un encuentro que tuvo la ostensible finalidad de promoción electoral del coordinador ganadero:  en dicho acto participan ediles de los diversos partidos con registro en la entidad que formalmente son contrarios entre sí. Algo similar viene sucediendo con diez gobernadores que se autodenominan “Bloque federalista” a los que no se les conoce una sola propuesta alternativa de “nuevo pacto fiscal”, pero que amagan con la bravata “asusta tarugos” de “romper con la Federación”.  En esa estrategia electorera suman esfuerzos los mismo panistas y priístas que  el único de Movimiento ciudadano; otro también único  “independiente” y otro también único y seguramente último del PRD, ambos grupos son unidos por la necesidad de hacerse fuertes, no tienen deliberación programática, de principios, es más, ni siquiera de coyuntura.

El descarnado oportunismo pone en evidencia la incapacidad de los partidos para hacer que sus integrantes, guiados por la ambición acaten estatutos, practiquen principios y promuevan planteamientos programáticos que mucho me temo ni siquiera se interesan en conocer. Les basta lo que leen en los periódicos dichos por sus “líderes nacionales” para balbucear frases de ocasión. Es de sentido común advertir que estos políticos, independientemente de la camisa partidista que porten en la temporada, su práctica demuestra que son más de lo mismo, aunque algunos hablen de cambio.

Los partidos políticos padecen la misma desgracia que los cuerpos policíacos: la militancia sana duerme con el enemigo y a veces el enemigo se apodera del mando; la crisis no es de un partido, la crisis es del sistema de partidos, una clase política con ética y preparación para la tarea requiere de gestar cambios en el régimen de partidos mediante reformas constitucionales y legales, siendo tres de ellas especialmente relevantes que a continuación enumero:

Tres cambios necesarios

Prohibición de acceder a candidaturas durante tres años a partir de que un ciudadano se registra en un partido habiendo pertenecido a otro, con esa simple medida se concilia la libertad de cambiar de opción partidista por razones de modificación de criterios políticos con la urgencia de evitar la recolección periódica de “chapulines” que saltan de un lado desplazando a los leales comprometidos con un proyecto de sociedad progresista o conservador, mismos que acceden a cargos públicos gobernando sin congruencia con un ideario legitimado, en el actual estado de cosas los intereses se imponen a los ideales en perjuicio general.

Mucho ayudaría al surgimiento de una clase política con superiores niveles de honestidad si se establece a nivel constitucional el principio de deudor subsidiario del partido político que postule a cargo de elección popular al que en el ejercicio del mismo incurra en conductas perjudiciales al erario y que una vez detectadas, el presunto responsable se evade de la justicia, correspondiendo la obligación de resarcir el daño al partido que lo postula. Semejante disposición se traduce en el imperativo de seleccionar candidatos bajo parámetros de honestidad hasta ahora lastimosamente ignorados por los que en cada partido deciden candidaturas.

Otro paso que requiere modificar la Constitución de la República es el de las prerrogativas a los partidos políticos, no solo por lo que implica de sacrificio para los contribuyentes, sino porque ha sido factor de permanentes disputas por el control con efectos envilecedores en la vida partidaria y de pobreza intelectual de las campañas políticas, cuando los mercadólogos altamente remunerados desplazan a los activistas convencidos en la búsqueda del voto.

El Presidente ha solicitado la cesión voluntaria de las prerrogativas para atender la emergencia,  solo ha tenido la aceptación de Morena, el resto, incluyendo a los que formaron coalición para postularlo, se niegan rotundamente. Mi propuesta al respecto es la de cero pesos a los partidos manteniendo el financiamiento público exclusivamente para campañas.

Cada partido impone a sus afiliados una cuota fija que sería suficiente para mantener la vida orgánica de los institutos políticos que tienen una base real, imponiendo el incentivo del crecimiento de la membresía como precondición para la autosuficiencia y empoderando al militante de base al hacer depender al aparato partidario de su aportación estatutaria, actualmente ese renglón es un caos

Reincidentes

No obstante, la humillante manía de quitar teléfonos móviles a los asistentes al acto en “Las Arboledas” en Nochistlán, Zacatecas, quedó constancia que para los reunidos que “el partido no importa, lo importante es lo personal ¿Le suena conocido?




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