Semáforo verde: ¿vuelta a la vuelta?

Simitrio Quezada.
Simitrio Quezada.

Cuando no se aprende la lección llega la reprobación. De lo ordinario pasamos a lo extraordinario. Tremendas zurras nos llegaban a algunos niños de antes por un cinco en el examen, al grado de que después de sacarnos sangre de las nalgas venía un enclaustramiento de tardes y tardes para que ahora sí ya no … Leer más

Cuando no se aprende la lección llega la reprobación. De lo ordinario pasamos a lo extraordinario. Tremendas zurras nos llegaban a algunos niños de antes por un cinco en el examen, al grado de que después de sacarnos sangre de las nalgas venía un enclaustramiento de tardes y tardes para que ahora sí ya no reprobáramos lo entonces reprobado.

Con todo, cuando después de reprobar el ordinario se reprobaba también el extraordinario, ¡líbrenos el Creador!, llegaba algo llamado pomposa y lastimeramente “Examen a título de suficiencia”. ¿Qué diantres significaba eso? Que, después de los dos fracasos anteriores, ya de plano ni se buscaba un grado de relativa excelencia académica, sino el mínimo suficiente para aprobar el curso.

Evoco a mi compañero “La Chiripa”, apodado así porque lo peor que le sucedió en su último día de cuarto grado de primaria fue que a la entrega de calificaciones finales acudiera ya no su mamá, sino su señor padre. “Mire, señor: estoy dando 6 a su hijo nomás para que no pierda el año, porque en realidad sí debió haberse quedado en cuarto”, dijo el profesor ostentando misericordia. “Ah, no”, contestó el papá: “mi hijo no pasará de chiripa, así que yo mismo lo haré repetir el año”. Así fue como lo conocimos los que veníamos del grado inferior.

Viene a cuento la anécdota por lo que ahora vivimos en el estado de Zacatecas: de ser en un principio el más retrasado en descensos a color de semáforo epidemiológico, de amarillo bajó a naranja y rojo y volvió a subir a naranja, amarillo y verde; pero nuevamente volvió a bajar hasta el rojo y ahora ha terminado de llegar otra vez a la cima color esmeralda.

¿Volveremos a bajar al rojo? En tal caso, ¿cuánto tiempo nos tomará? ¿Nos detendremos más en el amarillo o el naranja?

Ya reprobamos un ordinario, ya aprobamos su extraordinario. ¿Por qué no hacemos todo lo posible para quedarnos en el verde por muy buen rato? Busquemos evitar la vuelta a la vuelta, el nuevo descenso después del nuevo ascenso. Sabemos qué se necesita: no tendría que ser necesario que un gobierno nos pastoree para prevenir este examen a título de suficiencia en el cuidado de nuestra salud comunitaria.




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