¡Oportunidad!

La importancia de conocer nuestro país.

Durante toda mi vida, he escuchado la famosa frase: “Los viajes ilustran”, y de verdad considero que es importante viajar, pero más aún, mantenerse con la apertura para disfrutar de todo aquello que uno puede encontrar fuera del entorno donde se desenvuelve. A su vez, otro pensamiento que siempre acompaña mi andar, es la constante búsqueda o exploración, así como el aprendizaje de todo aquello que no siempre encontramos al alcance de nuestra mano.

Pues resulta que hace un tiempo, tuve que hacer un viaje imprevisto a nuestra capital del país, la temida, odiada y amada Ciudad de México. Por tanto, preparé una agenda con el afán de darme la oportunidad de conocer algunos lugares que no había tenido la oportunidad de hacerlo, ya que  siempre que acudo a este lugar, lo hago exclusivamente en plan de trabajo y con considerable prisa.

No había sido consciente de que la situación antes mencionada, me predispone a siempre hacer el desayuno en el lugar donde me hospedaba. Entonces, comencé una ardua búsqueda para encontrar un lugar adecuado, encontrando algo frente al Monumento a la Revolución, mientras degustaba el platillo de mi elección, y conversaba con una de mis mejores amistades, reflexionaba que dicho monumento era un reflejo del alcance humano, por tanto indagué en redes sobre su génesis y todas las etapas que tuvo que pasar para llegar a lo que ahora conocemos, por cierto, dato del cual me enteré hace poco, es que estaba pensado como parte de un proyecto para el Palacio Legislativo, impulsado por el Presidente Porfirio Díaz, y que fue diseñado por el arquitecto francés Émile Bénard. Dicho plan, proyectaba que esta edificación, fuera más grande que el capitolio de Washington. No le cuento más, esperando que se sienta tentado a visitarlo con calma y conocer más acerca de él.

Después de ello, mi plan incluía conocer uno de los recintos más llamativos de la ciudad: El Museo Soumaya-Plaza Carso, ya que en alguna de mis primeras colaboraciones en este medio, había hablado de la adquisición de dicha institución de dos réplicas de obras de Miguel Ángel, La Pietá y El David, ambos copias autorizadas en mármol de la mina de Carrara, para lo cual, puedo hacer constar la majestuosidad y fineza de la elaboración de dichas obras. Al igual, de poder encontrar una réplica de la obra La Puerta del Infierno, inspirada en la Divina Comedia de Dante Alighieri en la propuesta del escultor francés Augustine Rodín.

A lo anterior, continuaron una serie de 6 niveles que muestran la colección que poseé el empresario Carlos Slim, quién es el responsable de la existencia de este edificio. En dichas salas, se puede encontrar obra de gran relevancia, misma que se encuentra agrupada de la siguiente forma: Sala 1. Modernidad: ars y techné; Sala 2. Mitos y alegorías: de lo visible a lo invisible: Sala 3 Antiguos Maestros Europeos y Novohispanos; Sala 4. Del Romanticismo a las Vanguardias; Sala 5. 20 siglos de arte en México y la Sala Juán y Linda Slim: La Era de Rodin.

Sin duda, llegar a cada piso, era una experiencia distinta, ya que podrías encontrarte con obras desde Van Gogh, Diego Rivera, Siqueiros, Cristobal de Villalpando, Rubens, Monet, Rodin y bueno, una serie de artistas de gran fama y otros de no tanta, pero que dejaron a nuestra disposición la oportunidad de conocer su gran trabajo.

Creo que no acabaría de enumerar tantas cosas, tanto detalle, y lo mejor de todo, con entrada libre. Si tiene vuelta por la capital del país, y tiene tiempo, no se pierda de esta dicha.

Por hoy, me despido enumerando las tres obras que más me impactaron de este museo: 1. Tres Ángeles de Bartolomé Esteban Murillo; 2. Ángeles con carruaje llevado por león y oso; y,  3. Cabeza de Hombre Barbado estas dos últimas de Peter Paul Rubens.

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