La colobaración nos hará libres

Gerardo Luna Tumoine.
Gerardo Luna Tumoine.

Uno de los graves problemas de nuestra época, de nuestros sistemas políticos y económicos, en concreto del neoliberalismo más salvaje, es el hiper individualismo. Las estructuras materiales actuales están formando una generación hidropónica incapaz de echar raíces y formar arraigo en ninguna parte. De igual manera, la atomización de las luchas impide la construcción de … Leer más

Uno de los graves problemas de nuestra época, de nuestros sistemas políticos y económicos, en concreto del neoliberalismo más salvaje, es el hiper individualismo. Las estructuras materiales actuales están formando una generación hidropónica incapaz de echar raíces y formar arraigo en ninguna parte. De igual manera, la atomización de las luchas impide la construcción de frentes comunes que puedan propiciar cambios de fondo ante las terribles desigualdades.

En informática se dice que un sistema es lo que un sistema hace, por tanto, si el actual crea individuos aislados, el sistema es uno individualista aislante.  Este escenario es peligroso para el desarrollo de los derechos humanos, pues son garantías colectivas que reconocen la conexión y otredad entre sujetos. Si nos encerramos nuestros universos internos, ¿cómo seremos capaces de conectar con otros?

Creo firmemente que para asegurar la progresividad, protección y expansión de los derechos humanos requerimos una colectivización de las distintas luchas. Raza, género y clase deben convertirse en frente común para fortalecerse entre sí. Los derechos humanos son para todos, pero también son de todos. Si no somos capaces de defenderlos, si no somos capaces de vertebrar las luchas, si no somos capaces de hacer de la solidaridad nuestra bandera, estaremos cayendo en el individualismo que tanto nos está lacerando.

La libertad individual es un mito, no existe tal cosa. Somos seres sociales y necesitamos de los demás para vivir. La libertad está en la colaboración, en el reconocimiento de que somos seres interdependientes. La solidaridad debe ser un factor catalizador para estos cambios. A través de ella, podemos transmitir a las nuevas generaciones la importancia de la solidaridad, la conexión y el reconocimiento de la otredad.

La sociedad actual nos obliga a migrar a un modelo de derechos humanos basado en la integración de todos los agentes sociales. Es imposible pensar en el futuro de los derechos humanos sin los análisis del feminismo, la teoría crítica, la visión del mundo de personas racializadas y el análisis profundo de los sistemas ideológicos y comerciales que han producido las enormes desigualdades que padecemos.

Las recientes crisis globales (la pandemia de Covid-19, la guerra en Ucrania, la crisis inflacionaria internacional, la amenaza climática) ha puesto de manifiesto la fragilidad de un sistema mundial que se ha centrado en el mercado y en la acumulación de riqueza en detrimento de la protección del bienestar de la población. Estas coordenadas de realidad han dejado claro que no basta con proteger los derechos humanos de algunos, sino que es necesario hacerlo de todos.

El alzamiento de los autoritarismos a lo largo del mundo es un claro síntoma de la decadencia de un sistema que propicia las crisis para su subsistencia. Creo que el arma de que tenemos los ciudadanos de a pie para enfrentar esos peligros a la democracia y a la libertad es construir un robusto andamiaje de derechos. Éste sólo es posible si colaboramos y entendemos que, si todos los fuegos el fuego, todas las luchas son la misma lucha.




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