Fin de gobierno: ¿Y la responsabilidad individual?

Acostumbrados a que el gobierno solucione nuestros problemas, esperamos que en cada trienio y sexenio sean mejores los presidentes municipales, diputados locales y federales, senadores y gobernadores. No sólo lo esperamos: lo exigimos rabiosamente. Desde hace años hemos caído en la trampa de ser exigentes con todos menos con uno mismo. Siempre tiene la culpa … Leer más
Acostumbrados a que el gobierno solucione nuestros problemas, esperamos que en cada trienio y sexenio sean mejores los presidentes municipales, diputados locales y federales, senadores y gobernadores. No sólo lo esperamos: lo exigimos rabiosamente.
Desde hace años hemos caído en la trampa de ser exigentes con todos menos con uno mismo. Siempre tiene la culpa el gobierno, la economía, la globalización, el neoliberalismo, los gringos, la inflación, los compañeros de trabajo, el trinche jefe, la familia política, los egoístas hermanos, el clima, la borrachera de anoche, la visita inesperada, el gasto no previsto.
La responsabilidad cae siempre en otros: para uno calza perfectamente el victimismo. Como en el cuento del incauto que compra una estatua de oro que es en realidad una pobre muchachita pintada, cada sexenio es una oportunidad para replantear nuestra expectativa: el nuevo gobernante se fijará en mí y me nombrará subsecretario, ahora sí compraré camioneta de lujo, tendré casa en la zona de lujo, gozaré de aguinaldotes de ensueño.
Ahora sí tendré becas y bonos, ahora sí tendré financiamientos con tasa cero, ahora sí viene la mía…
Llega otra vez un fin de gobierno en el que también se fincaron expectativas. Algunas personas propagan ahora el odio al gobernante que se va, a su equipo de trabajo. Es fácil de un plumazo tachar todo como horrible, negro, lamentable. Es fácil e incluso casi natural.
Llega otro fin de gobierno y podemos con guadaña en mano cortar cabezas de medio mundo. La pregunta que persiste es: Y nosotros, ¿cómo lo hicimos como ciudadanos? ¿qué tanto cumplimos con nuestro entorno, nuestras responsabilidades? ¿qué tanto ayudamos a la buena convivencia, al respeto a las leyes, al fomento de valores cívicos?
Quienes se ostentaron como oposición, ¿qué tan buenos opositores fueron? Quienes se ostentaron como incondicionales y leales, ¿qué tanto lo fueron realmente? Quienes protestamos trabajar en todo momento para abatir las necesidades, ¿de veras lo hicimos? ¿qué tanto prosperamos en ello?
El examen no es sólo necesario, sino también fundamental. El final no es únicamente aplicable a la administración estatal o las municipales: es el cese de un período en que también tuvimos responsabilidades, y con esmero debimos cumplirlas.