El trabajo a favor de la tierra. Peligro de muerte

Hoy tenemos que reconocerlo: las personas involucradas en la defensa del medio ambiente son objeto periódicamente de agresiones.

Dice una consigna, la tierra no se vende, se ama y se defiende. Con esto como eje de vida, algunos y algunas mexicanas dan sentido a su vida… y a su muerte. El pasado 16 de junio fue asesinado el ambientalista Álvaro Arvizu, quien fuera colaborador del Centro para la Sustentabilidad de la Sierra Nevada Incalli Ix-cahuicopa (Centli) de nuestra Alma Mater, la Universidad Autónoma Metropolitana.

Álvaro fue atacado con un hacha, cuando se perpetró un robo contra la institución ubicada en Tlalmanalco, Estado de México.

Compartir sus conocimientos en búsqueda de preservar el medio ambiente fue la vida y la causa de la violencia en su contra. Fue un activista social comprometido con la lucha en defensa de nuestra tierra, de nuestra agua y del derecho de todas y todos a vivir.

Vivió para compartir sus conocimientos. Un verdadero compañero a quien sus colegas e innumerables amigos quisimos entrañablemente.

Es verdad, estamos llenos de dolor y de coraje.

Álvaro impulsó sin descanso a favor de la promulgación una nueva Ley General de Aguas. La misma ley por la que hemos dado la lucha en el Senado de la República y que propone se debe democratizar el acceso al agua, ya que el vital líquido se le quita a las y los pueblos para llevarlo a las grandes manchas urbanas, así como a diversas empresas, por lo que hizo un llamado a detener el saqueo a las comunidades que más lo necesitan.

Por esta lucha contra aquellos que ven en el agua un producto para amasar fortunas hubo un ataque contra un defensor de la tierra. Se trató de un ataque orquestado con un fin claro, intentar desactivar la lucha que se da por muchas y muchos compañeros en defensa del agua, de la tierra, por la defensa de los derechos al medio ambiente sano.

Se trata de un hecho terrible por la pérdida de un compañero de lucha, pero sobre todo por la pérdida de una persona buena, con un profundo amor a su gente, a la tierra y a México. Llevamos décadas sufriendo el hecho de que buenas y buenos mexicanos mueran por defender su tierra, su agua, sus familias y su medio ambiente.

Hoy tenemos que reconocerlo: las personas involucradas en la defensa del medio ambiente son objeto periódicamente de agresiones. Es alarmante que quienes defienden el territorio y el agua no tengan garantizados su derecho a vivir en paz.
Me uno respetuosamente a la exigencia de justicia que hace la comunidad universitaria de la UAM, de un gran número de organizaciones sociales y de los familiares del compañero y amigos de Álvaro Arvizu.

Hay autoría intelectual y grupos operativos que desde hace décadas vieron en la naturaleza, el agua y el territorio el espacio perfecto para extender su poder y toda la violencia de que son capaces para incrementar sus obscenas riquezas. Siguen actuando en contra de investigadores y de defensores del medio ambiente de nuestro país; estamos en la mejor disposición de colaborar desde nuestro espacio como Legisladores en el Senado de la República.

Lo hemos dicho con firmeza y hoy lo refrendamos: faltan las reformas de la VIDA, las reformas que garanticen que en el futuro tengamos acceso a una vida sana, a una vida donde nuestro derecho al agua, al derecho a que los pueblos y las comunidades indígenas decidan sobre su territorio, pero sobre todo el derecho a vivir en paz y libres de violencia. Como Senador de Morena me comprometo a seguir luchando por hacer de estas reformas una realidad.




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