El hombre hay que enseñarlo a conocer

Gerardo Luna Tumoine.
Gerardo Luna Tumoine.

Si nos centramos demasiado en nosotros mismos, no seremos felices mientras que no nos preocupamos por el bienestar de los demás que es el camino hacia una gran alegría. Si nos tomamos realmente en serio este proyecto de la felicidad, tenemos que abrir nuestra mente y centrarnos en los demás, además de nosotros mismos. El … Leer más

Si nos centramos demasiado en nosotros mismos, no seremos felices mientras que no nos preocupamos por el bienestar de los demás que es el camino hacia una gran alegría. Si nos tomamos realmente en serio este proyecto de la felicidad, tenemos que abrir nuestra mente y centrarnos en los demás, además de nosotros mismos.

El hombre como persona es el punto de partida, punto de llegada, y centro continuo de todas las preguntas de la ética, de la filosofía, de la medicina y de la religión. La idea del hombre como persona nos adentra en ese misterio que es el hombre, y en busca de lo más intimó de él, desde donde tal vez sea posible descubrir el comportamiento humano.

La ética enfoca su estudio hacia una forma de comportamiento humanístico y holístico, este comportamiento se distingue por su carácter histórico y social. El hombre es constitutivamente el ser ético, como quiera que sea, no puede negarse la relación tan estrecha que existe entre la ética y el hombre.

Compartimos este único planeta, que es nuestro único hogar por lo que debemos enseñarnos a cuidarlo mejor. Debemos cultivar el adiestramiento de nuestra mente para practicar la compasión por los demás, y también por los demás seres vivos que están a lado de nosotros como son las plantas, las aves y los demás animales. La preocupación por los demás es necesaria para nuestra supervivencia.

Puede que a veces nos parezca que no podemos lograr mucho como personas individuales, pero la humanidad está formada por individuos; juntos podemos ejercer gran influencia. Como personas individuales podemos influir en nuestras propias familias, nuestras familias pueden influir en nuestras comunidades y nuestras comunidades pueden influir en nuestros países.

Lo primero que conviene subrayar y aprender es la necesidad de considerar la persona humana como sujeto primero e insustituible del comportamiento ético. La persona humana es un todo unificado y diverso, que consta de un modo de ser singular, irrepetible, con actividades propias y actos concretos. El funcionamiento psicológico y ético de la persona puede conocerse a través de los actos concretos de la misma, mientras tales actos no se los considere como elementos autónomos, independientes de la persona. Nuestro procedimiento obliga a tener siempre la vista atenta a las raíces amplias y profundas de la persona, que es de donde brotan los actos y de la que son expresión y reflejo.

Puede ser muy útil intentar mirar las cosas desde una perspectiva más amplia. Algo que parece terrible de cerca puede parecer menos desalentador si nos alejamos un poco. Incluso podemos encontrar que tiene aspectos positivos. Pase lo que pase la esperanza y la confianza en nosotros mismos son esenciales.

 

Al hombre hay que enseñarlo, pero tiene que estar dispuesto a aprender para crecer.




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