Día del libro: ¿desagravio?

Simitrio Quezada.
Simitrio Quezada.

Leer es acto de todos los días. Solitario, silencioso. Casi anónimo.

Parece que instauramos en nuestra cultura civil o social varios días de celebración o conmemoración que más bien resultan jornadas de desagravio.

Así, el Día de la Madre es de arrepentimientos y compensaciones por la friega que ellas se ponen todos los días por los hijos ingratos que somos. El de la No Violencia contra la Mujer o el mismo Día de la Mujer sirven para que los hombres seamos más conscientes por lo menos en 24 horas o, con fortuna, acaso una semana.

Parece que el Día de la Lectura, el Libro y los Derechos de Autor, que en México es nacional cada 12 de noviembre, e internacional cada 23 de abril, corre la misma suerte: por dos días al año intentamos compensar nuestra falta de hábitos lectores con la toma de plazas y otros espacios públicos no tanto para leer, sino en algunos casos para gritar las lecturas.

Reitero: leer es acto de todos los días. Solitario, silencioso. Casi anónimo. Pero damos la impresión de que estas jornadas son los dos únicos días del año en que todos debemos leer, y “en bola”, sobre todo públicamente, como en maratón y en voz alta, como declamando o teatralizando. Incluso en turnos de 24 horas, como si hiciéramos guardias de adoración en relevos.

Generalmente, leer es lo contrario. No siempre es fácil ni siempre es divertido. A veces llega uno a páginas muy tediosas, qué chinga. O hay introducciones muy largas. O soporta uno a autores “luciditos” o que dicen cosas muy obvias, o de plano nada.

Leer no te hace mejor persona. Por el contrario, a veces nos pervierte. Nos despierta. Y despertar —al bien, al mal, a algo intermedio o tangente— está chido. Hay que seguir leyendo, viviendo la lectura como algo muy personal, muy cruzada individual.

Retomo la frase del Gabo: Si hay quienes escriben para que “los quieran más”, está más cañón leer, porque uno no lee para que lo quieran más o para que lo vean por el ventanal del café y digan: “¡Mira: está leyendo!”. Uno lee porque quiere leer, lo que quiere leer y como quiere leerlo. Lo demás, incluso el desagravio celebratorio o conmemorativo… es lo de menos.




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