
AMLO se jubila convencido de haber cumplido con su misión, orgulloso de haber servido a un pueblo que describió como bueno, trabajador y digno.
El presidente Andrés Manuel López Obrador llegó al final de su mandato con un discurso que subrayó la narrativa del pueblo bueno contra los poderes oligárquicos. En su 6° Informe de Gobierno, insistió en que la Cuarta Transformación fue un logro colectivo, un movimiento desde abajo que, según él, sacó a más de cinco millones de mexicanos de la pobreza. Sin embargo, el entusiasmo con que presentó estas cifras contrastó con la realidad de un país dividido, violento, sin crecimiento económico y con instituciones enfrentadas.
Lo que quedó claro fue su habilidad para manejar el discurso populista. La votación a mano alzada en el Zócalo sobre la reforma al Poder Judicial fue un espectáculo típico de él: una consulta que confirmó lo que él ya sabía.
El presidente se despidió, dejando a Claudia Sheinbaum la tarea de continuar con su proyecto y asegurando que ella es la indicada para hacer avanzar la 4T.
AMLO se jubila convencido de haber cumplido con su misión, orgulloso de haber servido a un pueblo que describió como bueno, trabajador y digno. Pero será la historia la que juzgue si su 4T fue realmente tan profunda y exitosa como él proclama, o simplemente un capítulo más en la larga historia de promesas incumplidas por nuestros gobernantes.
Ahora bien, para determinar los logros y fracasos de AMLO no sirve de nada su discurso de ayer, sino el 6° Informe que por escrito entregó al Congreso. Para evaluarlo sugiero:
Evaluar el 6° Informe de Gobierno debe servir como guía para el futuro, orientando a la administración entrante de Claudia Sheinbaum y a los mexicanos en la búsqueda de soluciones para tantos problemas que en mayor o menor medida a todos nos afectan.
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