Año nuevo, vida nueva

Debemos aspirar a construir momentos más extendidos de alegría y armonía y no esperar que otros nos los den.

 “Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.

¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueño y agonía?”

(Fragmento del poema Ajedrez de Jorge Luis Borges.)

Para el occidente cristiano el año comienza el 1º de enero, una data hasta cierto punto convencional, aunque siempre con la referencia del ciclo natural del movimiento de traslación de nuestro planeta tierra de 365 días alrededor del sol a cuyo sistema pertenece, lo que es inmutable. Al no poder controlar el tiempo, el ser humano lo ha medido en ciclos desde antiguo.

El que nos rige, conocido como calendario gregoriano, impulsado, que no creado, por el Papa Gregorio XIII en el último tercio del siglo XVI, en plena reforma protestante, para atender las grandes celebraciones religiosas, sobre todo la pascua que conmemora la resurrección de Jesús, el Cristo, luego del equinoccio de primavera o domingo florido, centro de la fe cristiana, el mismo sustituyó al calendario Juliano impuesto por el emperador Julio César unos cincuenta años antes de la era común. De hecho los ortodoxos, siguiendo el calendario Juliano, celebran la navidad hasta enero y ni que decir que el año nuevo chino comienza en febrero, siguiendo al sol y a la luna, sin olvidar el calendario maya y otros de la antigüedad en oriente.

Independientemente de que nuestra lengua, legado romano, no es más que un latín evolucionado, como dicen los expertos, los nombres de los meses y de los días de la semana nos recuerdan que el imperio Romano está vivo entre nosotros y que inconscientemente rendimos tributo a sus dioses. Justamente enero se dedica al Dios Jano, el de la cara doble que representa el inicio y el fin, la deidad de los inicios, para no hablar del jueves, dedicado a Júpiter, que no es otro que el Zeus Griego

Más allá de todo eso, lo nuevo en sí mismo es una novedad. Todos los días son nuevos, por eso sentimos la necesidad de renovarnos como personas para ser mejores, para prosperar y darnos a los demás.

Bien sabemos que comenzamos con buenos deseos, que mutan a propósitos, es decir a programas de vida; también sabemos que la felicidad perene en este mundo es mera ilusión, pero debemos aspirar a construir momentos más extendidos de alegría y armonía y no esperar que otros nos los den.

El mundo siempre ha sido turbulento, pero es donde nos tocó vivir, siendo que la vida es corta y las horas largas.

La vida siempre será rerum novarum, las cosas nuevas, como oportunidades que nacen para nosotros, que no debemos desaprovechar.

Agradecido con la casa editorial de grupo Imagen, especialmente con su presidenta, la joven y extraordinaria líder Luz María Hernández, por la invaluable oportunidad de escribir.

Mi saludo en este inicio de 2024 para los que me hacen favor de echarle una mirada a lo que escribo y mi invitación respetuosa para ver las cosas nuevas y aprovecharlas; todos los días nacen, todo es cuestión de buscarlas.

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