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Se espera que los próximos juicios y desarrollos legales arrojen más luz sobre la conexión entre el crimen organizado y las políticas de seguridad en México y Estados Unidos.
ESTADOS UNIDOS.- Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, ha dejado de estar bajo la custodia de la Oficina Federal de Prisiones de Estados Unidos, según registros confirmados por medios internacionales como CNN.
Guzmán López fue detenido el 25 de julio junto con Israel “El Mayo” Zambada en un operativo en El Paso, Texas, y enfrenta serias acusaciones en Chicago relacionadas con narcotráfico, lavado de dinero y posesión de armas.
El hecho de que Guzmán López no se encuentre actualmente en custodia ha despertado interés y especulaciones sobre su situación legal.
Su abogado, Jeffrey Lichtman, ha declarado que está a la espera de establecer contacto con su cliente para evaluar el siguiente paso en su defensa. Mientras tanto, Zambada sigue bajo arresto y se prepara para su juicio, en el que también enfrenta cargos de narcotráfico.
La captura de Guzmán López y Zambada ha llevado a un incremento en las tensiones entre México y Estados Unidos. El expresidente Andrés Manuel López Obrador señaló, hace unos meses, que el Departamento de Justicia estadounidense parece haber establecido un “acuerdo” con miembros del Cártel de Sinaloa, lo que ha suscitado demandas de aclaraciones por parte del gobierno mexicano.
La relación entre ambos países se ha visto afectada, y la situación de los detenidos añade un nivel de complejidad a los vínculos diplomáticos.
Ken Salazar, embajador de EE.UU. en México, comentó que Guzmán López se entregó voluntariamente a las autoridades, mientras que a Zambada lo trasladaron a EE.UU. contra su voluntad.
Estos eventos han generado críticas y preocupaciones sobre cómo se llevan a cabo los procedimientos legales en ambos lados de la frontera, así como la influencia que el narcotráfico sigue teniendo en la relación bilateral.
En un contexto más amplio, la situación de Guzmán López y Zambada se inscribe en un escenario donde el narcotráfico sigue siendo un desafío persistente para ambos gobiernos.
Se espera que los próximos juicios y desarrollos legales arrojen más luz sobre la conexión entre el crimen organizado y las políticas de seguridad en México y Estados Unidos.