El desafío de las iraníes; se quitan velo para luchar

 MÉXICO.- Las mujeres iraníes desafiaron el orden social y decidieron quitarse el velo en señal de protesta contra las normas que las obligan a cubrir sus cuerpos. Estas manifestaciones inundaron las redes sociales. Vida Movahed, una mujer de 31 años, fue la que el 27 de diciembre pasado avivó las llamas de las protestas contra … Leer más

 MÉXICO.- Las mujeres iraníes desafiaron el orden social y decidieron quitarse el velo en señal de protesta contra las normas que las obligan a cubrir sus cuerpos. Estas manifestaciones inundaron las redes sociales.

Vida Movahed, una mujer de 31 años, fue la que el 27 de diciembre pasado avivó las llamas de las protestas contra el velo al quitarse su hijab en completo silencio y dejar al descubierto su largo cabello sobre su hombro izquierdo en medio de la avenida Enghelab –que significa Revolución–, una de las principales en Irán. Después fue detenida. Sin embargo, las manifestantes no cesaron.

A finales de enero, la abogada Nasrin Sotude informó que ciudades como Isfahán y Mashhad fueron escenario de al menos siete imitaciones, destacó el periódico español El Mundo. Y las autoridades han detenido al menos a 29 mujeres.

Las acciones de Vida Movahed abrieron una nueva página en el debate sobre los derechos de las mujeres y las restricciones religiosas, como el uso y la obligatoriedad del velo, tras casi cuatro décadas desde la caída del Sha de Irán, Mohamed Reza Pahlevi, y el triunfo de la Revolución Islámica en 1979.

En ese momento se instauró un régimen teocrático –una forma de gobierno ejercida directa o indirectamente por un poder religioso– y se estipuló que todas las mujeres están obligadas a portar el hijab en sitios públicos, incluidas las extranjeras.

Imene Khelifi, profesora de cultura e idioma árabe de la Universidad del Claustro de Sor Juana, dijo a Excélsior que tras las nuevas protestas éste es el momento en que las mujeres, como ahora lo hacen en Irán, deben pedir que les den la oportunidad de elegir cómo quieren vestirse. “Creo que si la mujer no decide ella misma y se levanta para decir basta, nadie lo va a hacer y los hombres nunca votarán lo opuesto”, puntualizó.

Desde 2016, Irán reforzó la unidad de policía de la moral integrada sólo por mujeres con autoridad para arrestar indiscriminadamente a quienes no cumplieran con  la vestimenta y el comportamiento acorde con los valores islámicos.

Las autoridades decidieron que los efectivos de esta agrupación vistieran de civiles para que fuera difícil identificarlas en las calles, ya que estaban uniformadas con un chador negro, una prenda que llega hasta el suelo y sólo deja descubierto el rostro.

Imene Khelifi, quien es académica de origen argelino radicada en México, explicó que el hijab, palabra que deriva del verbo hajaba que significa disimular, cubrir, esconder, proteger o resguardar, es un traje que se pone la mujer para tapar su cuerpo y su cabello de las miradas de los hombres que no son sus familiares, ya que “en el Islam todo el cuerpo de una mujer se considera aura, un término que se refiere a los genitales o una cosa ajena que no debe mostrarse y se tiene que tapar”.

RETOMAN EL MENSAJE

Las fotos y videos de mujeres iraníes quemando su velo se hicieron virales y comenzaron a cobrar fuerza movimientos como “Miércoles Blancos”, que echaron mano de las redes sociales para enviar un mensaje al mundo: “las mujeres quieren poder elegir usar o no el hijab”.

Con los hashtag “chica de la calle Revolución”, que luego se convirtió en “chicas de la revolución”, en referencia a la avenida donde Vida Movahed quemó su velo.

Pero estas inquietudes de las mujeres en Irán no son nuevas. De acuerdo con Moisés Garduño, profesor de árabe y docente del Centro de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fue el primer sector en movilizarse desde marzo de 1979, cuando se conmemoró el Día Mundial de la Mujer en Irán, en contra de los rumores que para ese año circulaban por la imposición del velo y la cancelación de algunas prerrogativas que habían alcanzado durante la época de la monarquía.

Sin embargo, la imposición se fue consolidando en tres etapas. La primera en el ámbito laboral, donde a todas las empleadas del Estado se les impuso el uso del velo como un requisito para trabajar. La segunda en el sector público que alcanzó, por ejemplo, imposiciones del velo a tal grado de que a algunas mujeres se les prohibía la entrada a los aeropuertos si no portaban el hijab. Y una tercera en la que se criminaliza a quienes no
porten el velo, puntualizó.

LAS AUTORIDADES
FRENAN DECISIONES

Para Imene Khelifi las autoridades iraníes se “fueron a los dos extremos desde prohibirlo hasta obligarlo, pero nunca hubo una forma de mediar y darle a la mujer la decisión de poner el hijab o no”.

Por otro lado, detalla que la sociedad también te obliga a usarlo, ya que si no lo haces en la calle “los hombres se sienten con el derecho de agredirte porque tú te estás exponiendo a eso, entonces terminas al final poniéndotelo”, para de alguna forma sentirte protegida.

Pero “el hijab no siempre es una protección, el problema es ser mujer”, detalla la académica, quien asegura que dejó de vestir el velo porque se dio cuenta que “el problema de la violencia no era por el uso del hijab sino por ser mujer”.

En ese sentido Ozlem Ezer, exacadémica visitante en el Centro de Estudios de Medio Oriente de la Universidad de Berkeley, California, señaló que “siempre que sea una cuestión de elección y no de cumplimiento, se debe respetar la decisión de la niña o de la mujer (de usar el velo)”.

Y añadió que Occidente debe evitar tener “un concepto monolítico de mujer musulmana. Como alguien que creció en Turquía, nunca tuve esta idea, todos éramos musulmanes y algunos de nosotros no practicábamos y nunca consideraríamos tener un pañuelo en la cabeza”.

Esta nueva campaña de
desobediencia civil femenina (que coincide con las protestas por el  aumento de precios, el desempleo y la corrupción) se gesta y se vive en las zonas urbanas y no en la periferia. Las mujeres que instan el movimiento pertenecen a la clase media empobrecida que tuvo acceso a la educación, pero que no accede a buenos empleos.

Garduño añadió que “el problema es la imposición porque cuando hablamos de la criminalización del uso de una prenda cualquiera, en este caso el velo, estamos hablando de que la imposición hace que se libre una batalla entre el Estado iraní y la mujer no en el espacio público sino en propio cuerpo de las mujeres”.

Imagen Zacatecas – Excélsior