
En los archivos históricos de la Santa Inquisición hay registro de más de 10 mil muertos.
La Edad Media es el periodo de la historia que dio luz a la creación de la Santa Inquisición en Europa. Llegó primero a Francia en 1184 y en 1478 a España y fue uno de los episodios más crueles en la historia de la humanidad. Contó con una serie de instrumentos para torturar y doblegar a las personas, uno de ellos fue la Cuna de Judas.
En los archivos históricos de la Santa Inquisición hay registro de que durante los siglos que estuvo vigente se registraron más de 10 mil muertos, pero se cree que las cifras están lejos de la realidad.
Aunque la Santa Inquisición apareció con el objetivo de vigilar y corregir a cualquier persona que se quisiera desviar de la ortodoxia clásica cristiana, fue también un instrumento para torturar a los espías de la corona española. Asimismo para subyugar a cualquiera que tuviera un pensamiento diferente a los establecidos por la monarquía de ese entonces.
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La Santa Inquisición Española fue “innovadora” y muy “creativa” para obtener la información o sencillamente averiguar lo que quisiera de las personas. Así, los ingenieros contaban con una gran libertad para crear instrumentos con los cuales persuadir a las personas.
Esta institución creó un gran número de aparatos de tortura y diferentes métodos sencillos. Como el aprisionamiento de una persona, inmovilizarla y dejar que una sencilla gotera les perforara el cráneo, algo que podía tomar días o semanas.
Sin embargo, uno de los aparatos más conocidos y brutales fue “La Cuna de Judas“, un instrumento de sencilla creación, pero que daba resultados satisfactorios.
Consistía en “suspender” a un prisionero con una abrazadera de hierro en la cintura, mientras se le ataban las manos a la espalda y se le estiraban las piernas. Esto hacía que el sujeto quedara colgado justo encima de una puntiaguda y apilada pirámide, que tenía como base un tripié.
El preso era suspendido durante un prolongado tiempo, pero si dejaba de tensar sus músculos o se quedaba dormido por el cansancio, la afilada punta de la pirámide se la clavaba en los genitales.
Cuando los verdugos tenían la orden de obtener una confesión rápida, dejaban caer al reo con todo el peso de su cuerpo, el resultado era sangriento. Se dice que la Santa Inquisición siempre obtenía la información que quería, porque nadie soportaba sus torturas.