La 4T, ¿corrupta?

Luis Pazos.
Luis Pazos.

Hace muchos años, Andrés Manuel, antes de llegar a la Ciudad de México, era de los pocos y a veces el único que denunciaba públicamente la corrupción del, en aquel entonces, gobernador de Tabasco. Por ello se ganó la simpatía de muchos, entre ellos la mía. Y no dudamos que como presidente busque combatir las … Leer más

Hace muchos años, Andrés Manuel, antes de llegar a la Ciudad de México, era de los pocos y a veces el único que denunciaba públicamente la corrupción del, en aquel entonces, gobernador de Tabasco. Por ello se ganó la simpatía de muchos, entre ellos la mía. Y no dudamos que como presidente busque combatir las viejas formas de corrupción, pero después de más de un año en el poder, generó acciones que se pueden calificar de corruptas, si entendemos correctamente el término.

El sexenio pasado se identificó la corrupción con el robo descarado de los recursos públicos, como sucedió en Pemex y en varios estados gobernados por priistas; pero la corrupción no solo es robar. Según se deriva de corruptio, término de donde deriva la palabra corrupción, que significa destruir, dañar, echar a perder, “lo corrupto no se rompe por sí mismo, sino por una fuerza extraña”.

En México, en más de un año de gobierno, el presidente López Obrador frenó algunas formas de corrupción, pero generó otras nuevas que también causan pobreza, pues implican derroche de recursos y hacen retroceder al país.

En 2019 esa corrupción se reflejó en ausencia de crecimiento, menor creación de empleos y baja del PIB por habitante.

El abandono de la construcción del aeropuerto en Texcoco, que generó pérdidas millonarias al fisco y que dan ganas de llorar al ver pistas y construcciones abandonadas, es corrupción.

El destinar millones al “gasto social”, como lo hacía el PRI, con el fin real de ganar votos es corrupción.

El pagar a personas para que lo defiendan en las mañaneras y en las redes sociales, es corrupción.

El frenar la inversión de una planta cervecera que crearía miles de empleos directos e indirectos, escudado en una ilegal “consulta popular” a modo, que representó el 2.6% de los habitantes de Mexicali, es corrupción.

Dañar una economía, como lo muestran indicadores económicos del 2019 sin coronavirus con menos inversión, más desempleo y menos crecimiento, es corrupción. Por ello, es necesario que el presidente con hechos y no solo con dichos, erradique las nuevas formas de corrupción, que tanto perjudican al pueblo mexicano, no solo a los “fifís”.

 *Twitter: @Luispazos1




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