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El Colegio Apostólico de Propaganda Fide, 308 años de historia 

Zacatecas tiene un reconocimiento por su labor en la civilización del norte de México y el sur de Estados Unidos durante el periodo virreinal, merced a las expediciones de atrevidos conquistadores, mineros en busca de fortuna y la irrigación de la cultura hispánica y el cristianismo por parte de los religiosos de la Orden Franciscana. … Leer más

Redacción Zacatecas
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11 de enero 2015

Zacatecas tiene un reconocimiento por su labor en la civilización del norte de México y el sur de Estados Unidos durante el periodo virreinal, merced a las expediciones de atrevidos conquistadores, mineros en busca de fortuna y la irrigación de la cultura hispánica y el cristianismo por parte de los religiosos de la Orden Franciscana.

Gran parte de los misioneros de sayal y cordón anudado, que durante los siglos 18 y 19 partieron de Zacatecas recorriendo el legendario Camino Real de Tierra Adentro, salieron del Colegio Apostólico de Propaganda Fide de Nuestra Señora de Guadalupe.

La institución sirvió no solo para la evangelización de infieles y la atención espiritual de fieles, pues también era formadora de ciudadanos, primero para la corona española y luego para la joven nación mexicana.

Su labor cultural fue prolífica y abundante, así como los franciscanos llevaban bibliotecas, también enseñaban elementos de construcción, de oficios, aprovechamiento de la agricultura y hasta influenciarían en la gastronomía.

Tras la existencia de Colegios Seminarios de Misioneros en Portugal, España y Roma, fray Antonio Linaz obtuvo el breve apostólico signado por el papa Inocencio XI en 1682, que autorizaba el establecimiento de colegios para formar misioneros en América.

En 1683 se fundó el Colegio Apostólico de la Santa Cruz de Querétaro.

Tres años después, religiosos de ese estado predicaron en Zacatecas; pronto, los zacatecanos ofrecieron el recién construido Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe a extramuros de la ciudad y juntar 20 mil pesos de limosna. Los más nobles participarían como peones en la fábrica del monasterio.

La fundación
Fue hasta 1702 en otra misión que los religiosos queretanos reiteraron la petición que fue llevada al comisario general, fray Francisco Estévez.

Reuniendo las licencias civiles y eclesiásticas se logró establecer un hospicio para el descanso de frailes en su trayecto hacia Coahuila y Nuevo León.

Fray Pedro de la Concepción Urtiaga gestionó ante las cortes reales la formación de un Colegio Apostólico en Zacatecas, obteniendo la cédula real signada por el rey Felipe V, el 27 de enero de 1704.

En el instrumento se señala la importancia que tendría este instituto para el poblamiento de inhóspitas regiones, la predicación en Texas y la atención a Coahuila y zonas cercanas.

Fray Urtiaga fue nombrado al poco tiempo obispo de Puerto Rico, recomendó como sucesor a fray Antonio Margil de Jesús, experimentado misionero que fundó un colegio en Guatemala y se encaminaba hacia Costa Rica.

Regresó a la Nueva España a cumplir la orden del comisario general de Indias, fray Lucas Álvarez de Toledo, de fungir como presidente y fundador del nuevo colegio.

El miércoles 12 de enero de 1707, hoy hace 308 años, fue fundado el Colegio Apostólico de Propaganda Fide de Guadalupe, Zacatecas, por los frailes Antonio Margil de Jesús, José de Castro, José Guerra,
Alonso González, Pedro Franco, José de San Francisco, Juan de Alpuente, Roque Alcaraz, Juan Miguel de Oropeza, Antonio Fernández de Quevedo y Cristóbal Gutiérrez.

Se estableció la legislación interna y se nombró un síndico como veedor de los bienes temporales.
Además, se proclamó a la Virgen de Guadalupe como prelada del monasterio e inició la ampliación del edificio conforme a las necesidades domésticas. Pronto se emprenderían las primeras misiones y se incursionaría a los terrenos del septentrión novohispano.

Los frutos
Para finales del siglo 19, el Colegio de Guadalupe había propiciado la fundación de tres colegios, dos hospicios, más de 150 misiones de infieles, doctrinas, curatos y reducciones de indios desde Zacatecas, los reinos de Nuevo León y Santander, hasta las costas de California, Luisiana y Texas.

Al interior del claustro surgirían escritores, geógrafos e historiadores, dejando un importante legado cultural a México, aportando el primer intento hispanoamericano de creación de una novela con el libro La
Portentosa Vida de la Muerte
de fray Joaquín de Bolaños en 1792, así como los versos norteños de pedir posada, compuestos por fray Francisco García Diego en 1838, que perduran en uso hasta nuestros días.

Los misioneros serían fundamentales en la estrategia para fijar la frontera entre los terrenos de dominación española en Texas, ante la invasión de franceses.

Años más tarde, ello serviría para levantar los informes de la delimitación con Luisiana en la defensa del territorio de México ante la lucha entre Estados Unidos e Inglaterra, por apropiarse del territorio texano en 1828.

Cronistas monásticos como Simón del Hierro, José Antonio Alcocer, Mariano Antonio de Vasconcelos, Francisco Frejes, Francisco Luján y Ángel de los Dolores Tiscareño fungieron no solo como investigadores y fedatarios de la historia de un convento, sino también aportaron información de la vida secular de distintas poblaciones.

El Colegio Apostólico de Guadalupe llegó a tener 2 mil 500 hectáreas de terrenos en usufructuo para huertas y campos de agostadero.

El claustro estaba edificado en cinco manzanas de mampostería de dos pisos, con 86 celdas, el noviciado, enfermería, cocina, refectorio, biblioteca, oficinas para el servicio económico y un aljibe de seis bóvedas subterráneas.

Cada celda contenía una tarima, una mesa y un estante para libros; por tegla, la ropa de uso de los religiosos era túnica, frazadas y zaleas, restringiéndose el uso de colchones y ropa de lino.

Se volvió un receptáculo de arte virreinal, la mayoría de las piezas tuvieron un uso tanto decorativo como evangelizador dentro del convento, al representar gráficamente los dogmas del cristianismo y las devociones del momento en que fueron pintadas, siendo destacada la presencia de los artistas pictóricos mexicanos más importantes del siglo 18.

La supresión
Con la Independencia de México, la actividad del Colegio vino en decadencia.

En 1859 sufrió una exclaustración temporal derivada de las Leyes de Reforma, perdiendo dos terceras partes de la superficie del convento.

En 1908, el ministro general de la Orden Franciscana, fray Dionisio Shuller, decretó la supresión de todos los Colegios de Propaganda Fide, por lo que los religiosos que eran denominados como misioneros apostólicos, se incorporaron a las provincias de franciscanos menores.

Cambiaron el hábito color cenizo por el café, dando fin con ello a dos siglos de historia de un viejo convento zacatecano de frailes andariegos.

Imagen Zacatecas – Víctor Manuel Ramos Colliere

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