Doña Martha saca adelante a su familia con sus gorditas

GUADALUPE.- Orgullosamente sombreretense, llegó en el 2002 a Guadalupe decidida a sacar adelante a su familia, y lo logró gracias a la venta de empanadas y posteriormente de gorditas, negocio que la ha permitido construir su casa. Nos referimos a doña Martha Rodríguez Gutiérrez, quien junto a su esposo Moisés Flores Ortiz, dedicado en ese … Leer más

GUADALUPE.- Orgullosamente sombreretense, llegó en el 2002 a Guadalupe decidida a sacar adelante a su familia, y lo logró gracias a la venta de empanadas y posteriormente de gorditas, negocio que la ha permitido construir su casa.

Nos referimos a doña Martha Rodríguez Gutiérrez, quien junto a su esposo Moisés Flores Ortiz, dedicado en ese entonces a la minería y sus cuatro hijos, se mudaron a Guadalupe para emprender el negocio que se convertiría en su nueva forma de vida.

Gorditas Sombreretillo es el nombre de su local, donde ha ofrecido estas exquisiteces zacatecanas durante 16 años, las cuales elabora con diferentes guisos: frijoles con queso, chicharrón, mole, yesca, carne de puerco, rajas con queso, hígado, discada, deshebrada, huevo, entre otros platillos que los va cambiando todos los días.

Su negocio le hace honor al municipio que la vio nacer y del que se siente orgullosa; doña Martha vio la luz en la cabecera de Sombrerete, sin embargo, vivió la mayor parte de su vida en la comunidad de San Francisco de las Flores.

En este poblado, junto con su esposo Moisés, formó una familia de cuatro hijos: dos hombres y dos mujeres, que les han dado siete nietos.

“Yo llegué vendiendo pan y empanadas, pero no me dio resultado hasta que me aconsejaron vender gorditas, me calé y pegó. Primero empecé haciéndolas en la casa para salirme a venderlas a la calle, luego puse un taburetito y luego nos pasamos aquí a este local”, comentó doña Martha.

Agregó que el camino no ha sido fácil, pues antes de llegar a Guadalupe, se dedicaba al hogar en Sombrerete, mientras que su esposo trabajaba como minero, no obstante, “a cada rato nos metían sustos en la mina”, situación que influyó para que su esposo se saliera de ese trabajo y se mudaran en busca de nuevas oportunidades.

Ya instalados con sus cuatro hijos en Guadalupe, al comienzo rentaban una casa y así duraron 11 años, hasta que la venta de sus gorditas les redituó parte del esfuerzo que han hecho para sacar adelante a su familia, y de esta manera fue que pudieron hacerse de su propia casa donde también tienen el local donde atiende su negocio, en la calle Jorge Negrete de la colonia Bonito Pueblo.

Todos los días la señora Martha Rodríguez, prepara los guisos en la noche para tenerlos listos al día siguiente y desde las siete de la mañana ya está preparado todo, incluidas las salsas para comenzar la venta a las 9 de la mañana de lunes a sábado cerrando a las 3 de la tarde.

Mientras ella y su hija Paty atienden el local, su esposo, conocido como don Moy, sale a la calle con una hielera llena de gordas y no regresa hasta que haya vendido todas.

Su negocio representa pues, no solo una forma de tener ingresos económicos, y va más allá ya que, ha unido los lazos familiares que los han mantenido unidos durante todo este tiempo.

"Me gusta que me digan que mis gorditas están ricas y que almorzaron muy a gusto mis clientes, eso me alienta a seguir vendiendo porque hay veces que ya se me hace pesado, pero a mi clientela no le puedo quedar mal”, asegurando que son parte importante de su éxito y por ellos seguiría adelante hasta que sus fuerzas se lo permitan.

Imagen Zacatecas – Carlos Montoya




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