Tiempos difíciles para vivir y para testimoniar nuestra fe cristiana

Foto: cortesía
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En el evangelio de este domingo, tenemos a la vista una petición, que los apóstoles le hicieron a Cristo: “Auméntanos la fe”. Esta súplica la hicieron los apóstoles del Señor, en un tiempo en el cual ellos y las primeras comunidades cristianas, vacilaban antes de alcanzar y tener un fe sólida y base de un … Leer más

En el evangelio de este domingo, tenemos a la vista una petición, que los apóstoles le hicieron a Cristo: “Auméntanos la fe”. Esta súplica la hicieron los apóstoles del Señor, en un tiempo en el cual ellos y las primeras comunidades cristianas, vacilaban antes de alcanzar y tener un fe sólida y base de un testimonio coherente y decidido, para aceptar las enseñanzas del Señor y seguirlo incondicionalmente, perteneciendo comprometidamente al Reino de Dios, instaurado por el Señor como Mesías (enviado) de su Padre y con la fuerza, carismas y dones del Espíritu Santo.

Efectivamente, el Espíritu Santo ha sido enviado por Cristo y su Padre eterno, para conceder, además, de las gracias, que acabamos de indicar, el don o regalo gratuito de la fe, aunada a la esperanza y al amor a Dios y a nuestros prójimos, recibidos en nuestro bautismo.

La fe es fundamento de nuestra religión cristiana; somos seguidores de Jesús, habiendo recibido para nuestra generación actual, la vocación de anunciar al mundo el designio salvífico que nos es revelado, precisamente con la luz de la fe, que han vivido nuestros antepasados y que nos han dejado este tesoro de nuestra fe en Jesucristo, que nosotros también debemos trasmitir a las futuras generaciones, hasta que se complete el número de los elegidos y Dios llegue a ser todo en todas las cosas del cielo y de la tierra. Con este inicio de nuestra homilía, pasemos ahora a la parte doctrinal de la misma.

Tiempos difíciles para testimoniar nuestra fe

“Señor, auméntanos la fe”. Esta petición que hicieron los apóstoles a Jesucristo, es ahora muy nuestra en tiempos difíciles que nos presentan retos formidables para vivir valientemente nuestra fe en Cristo y dar razón de ella, ante un mundo difícil y cuestionante, con retos que nos obligan a tener fe sólida, brillante en obras y valientemente con alegría y seguridad, sin avergonzarnos de ser cristianos en la Iglesia y para nuestro mundo de hoy.

Tomemos nota que nunca ha sido fácil creer de verdad, pero la duda, en primer lugar, parece ser un hecho o situación un tanto general, de muchas personas y ambientes, en los cuales vivimos apoyándonos en las solas fuerzas del hombre, sobre todo con los avances de las ciencias humanas y la tecnología con sus logros y éxitos formidables, creyendo muchos que la fe cristiana y religiosa de nuestra parte, ha sido desplazada como inútil, ignorando al mismo tiempo la razón y contenidos válidos e insustituibles de nuestra fe para el tiempo y la eternidad.

Recordando ahora lo que enseñó San Agustín de Hipona en el siglo quinto:“Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”. Y serán muy desdichados quienesponen su esperanza únicamente en el hombre por el hombre, siempreamenazado por el peligro y la muerte al acecho en todo momento. Precisamente en un mundo de violencia, secuestros, robos, organizaciones criminales, etc., que crean inseguridad, angustia y miedo de vivir.

Ante la petición que los apóstoles de Jesús le hicieron, él simplemente y con profundidad de contenido doctrinal, les respondió: “Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese árbol frondoso:

Arráncate de raíz y plántate en el mar, y los obedecería”. Con esta comparación, Jesús les responde de una manera nueva e insospechada, a sus discípulos que piden cantidad de fe, pero el Señor les habla de calidad de la fe que deben tener y ejercitar, apoyados únicamente en el poder divino que precisamente se descubre y se acepta libremente por la fe madura, sencilla y fuerte como precioso y gratuito don (regalo) divino. Con esto que ahora decimos, podemos afirmar que la palabra “fe” es muy corta en letras, pero muy larga de significado y alcance, según el plan divino de nuestra salvación temporal y eterna.

Definición de nuestra fé cristiana

Doy algunos elementos para definir nuestra fe en Cristo:

La carta a los Hebreos define la fe de la siguiente manera: “La fe es seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve” (Heb 11,1). Subrayo, que precisamente la base humana para una fe adulta es aceptar responsable y personalmente la palabra de Dios. Porque siempre será razonable confiar en Dios, pero los creyentes debemos cultivar nuestra fe con la palabra divina y vivirla en ascenso en cada etapa de nuestra vida, porque a problemas nuevos es necesario dar respuestas nuevas. Esto no cambia el contenido de la fe pero sí la vivencia de la misma.

Obispo emérito de Zacatecas*




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