Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo

Fernando Mario Chávez
Fernando Mario Chávez

Homilía “Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo”, Ciclo C, 241119 INTRODUCCIÓN Hermanos (as): Con este domingo concluye el año litúrgico en que hemos venido celebrando el misterio de Cristo. La Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, corona ese recorrido en la vida del Señor que hemos llevado a cabo, litúrgica y espiritualmente, en el presente … Leer más

Homilía “Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo”, Ciclo C, 241119

  1. INTRODUCCIÓN

Hermanos (as): Con este domingo concluye el año litúrgico en que hemos venido celebrando el misterio de Cristo. La Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, corona ese recorrido en la vida del Señor que hemos llevado a cabo, litúrgica y espiritualmente, en el presente año. La lectura evangélica, de hoy, según San Lucas, enmarca la realeza de Cristo en el contexto de su muerte salvadora, en el ara de la cruz donde murió para salvar al género humano y al universo entero, asociado a la suerte y destino de los hombres, hijos de Dios, hermanos de Cristo y llenos del Espíritu con el fuego de su amor. Ciertamente, Jesús reina desde el trono de la cruz, de acuerdo a sus propias palabras: “Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Todo esto que estamos diciendo en esta introducción a mi homilía de hoy, suscita una pregunta certera y absolutamente fundamental: ¿Qué clase es la soberanía real de Jesucristo, si se afirma en situación tan humillante y dolorosa para él? Intentaré dar respuesta a este interrogante, tan inquietante, con el cuerpo doctrinal de mi homilía.

 

  1. JESÚS ES REY DESDE EL TRONO DE SU CRUZ, DONDE MURIÓ PARA DARNOS VIDA NUEVA, PLENA Y TRASCENDENTE DE RESURRECCIÓN

La realeza como forma de autoridad y gobierno, ha existido en muchas generaciones y en pueblos diversos en este planeta, hasta nuestros días. Esta forma de gobierno está basada en el poder temporal. Junto a las formas de la realeza, se han venido desarrollando también y más ahora en nuestros tiempos, las formas de gobernar con el poder temporal, que ejercen los gobernantes que se obtiene por el sufragio efectivo con la participación de electores y de acuerdo a leyes democráticamente formuladas. Las elecciones de los gobernantes se llevan a cabo con el voto libre, personal y secreto, teniendo en cuenta las capacidades intelectuales, volitivas y experiencia de hombres y mujeres que son postulados como candidatos para ser elegidos de acuerdo a las leyes instituidas que definen las cualidades de los candidatos, sus capacidades para realizar el arte de gobernar, procurando en todo momento de sus mandatos, conseguir y alcanzar el bien común para todos los hombres gobernados mediante la elección libre y ponderada, según el conocimiento de cualidades y posibilidades de quienes contienden para ocupar puestos públicos al servicio honesto y moralmente cualificado y durante tiempos definidos por las leyes electorales. Todas estas formas de gobernar, incluyendo las dictaduras que hacen tanto daño a los pueblos que llegan a padecer el poder de los gobernantes según sus criterios personales e ideologías sobre los que reposan las decisiones buenas, malas y variantes con el poder económico, político y con ejércitos para cuidar y salvaguardar el bien común de los pueblos gobernados. Todo esto es lo que expresan estas formas de gobernar basadas en el poder temporal.

 

 

Jesucristo se ha revelado como Rey supremo de los pueblos y naciones. Su reino no es absolutamente temporal, sino eterno y trascendente para el tiempo y la eternidad. Y es lo que manifestó a Pilatos quien lo interrogó al ser juzgado por el poder temporal de judíos y romanos de su tiempo: “Mi Reino no es de este mundo”. Quiso dar a entender que su poder tiene su origen en el poder divino. Como Mesías, enviado por el Padre eterno, vino a salvar a los hombres del pecado y la muerte eterna y llevar a los súbditos de su Reino al Paraíso en la vida eterna que conquistó y ofrece a todos los hombres para que lleguen a ser gobernados con el poder, la sabiduría y el amor divinos, más allá de todo poder temporal y transitorio dentro de las diversas etapas de la historia de la humanidad.

 

  1. LOS RASGOS Y DIMENSIONES DEL REINO DE DIOS

Para dar término a nuestra homilía, recurro a la enseñanza concreta de nuestra Iglesia que nos da una síntesis magnífica de los rasgos y dimensiones que constituyen la esencia del Reino de Dios y que encontramos en el prefacio de esta gran solemnidad. Primeramente captamos que Dios Padre eterno ha ungido con el óleo de la alegría a su Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, como Sacerdote eterno y Rey del universo, para que ofreciéndose a sí mismo como víctima perfecta y pacificadora en el altar de la cruz, consumara el misterio de la redención humana; y, sometiendo a su poder la creación entera, entregara a su majestad infinita el Reino de los Cielos que , consiste en ser: “Un Reino eterno y universal; Reino de la verdad y de la vida; Reino de la santidad y de la gracia, Reino de la justicia, del amor y de la paz”.

 

¡Queridos hermanos (as), he aquí el tesoro del Reino de los Cielos instaurado por Jesucristo, por voluntad de su Padre y con la efusión infinita y perfecta del Espíritu Santo. Pidamos a Dios, Uno y Trino, nos de la claridad de nuestra fe acerca de este Reino suyo para nosotros y toda la humanidad que ha vivido y vivirá hasta que Dios sea todo en todas las cosas y entonces con María Reina y todos los Santos, reinemos también nosotros en la plenitud infinita, gozosa y para siempre del Reino de los Cielos en su realización absoluta y sin fin en el cielo hacia dónde vamos caminando!

 

 

+  Fernando Mario Chávez Ruvalcaba

Obispo Emérito de Zacatecas

 

 

 

 

 




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